La integración del Caribe insular ¿mito o realidad? (3)

Al mar CaribePoema de Julio Florez «Aquí estás, a mis plantas, tembloroso,tendida al ronco viento la melenablanca y azul; tu aliento de colosoalza hasta mí la movediza arena. Y te oigo respirar, monstruo gigante,

Al mar Caribe
Poema de Julio Florez

«Aquí estás, a mis plantas, tembloroso,
tendida al ronco viento la melena
blanca y azul; tu aliento de coloso
alza hasta mí la movediza arena.

Y te oigo respirar, monstruo gigante,
que a los siglos atado te estremeces
con estremecimientos de bacante.

Ya que al fin a mis ojos apareces,
inmensamente triste,
con tus espumas níveas y tus olas
que de púrpura y oro el sol reviste,
voy a contarte mi secreto a solas».

Así le dije al mar y con sentida
voz, le conté el desastre de mi vida.

Y al conocer mi negra desventura,
-«¡Hombre! -exclamó con dolorido acento-
soy grande, pero más es tu tormento;
soy hondo, pero más es tu amargura».

Y en el propio momento,
en que bajaba la tiniebla oscura
y yo… como un espectro me alejaba,
a merced de una ráfaga de viento,
me pareció que el monstruo sollozaba.

Me gustó mucho que mi artículo de la semana antes pasada motivara a la Cancillería de la República a escribir reaccionando al artículo, exponiendo las iniciativas que se han desarrollado.

Como historiadora que soy, he querido iniciar una serie sobre los intentos, la mayoría fallidos, de integración que se han producido en la historia caribeña a partir del siglo XIX. El primero que conozco fue la propuesta no materializada de la Confederación Antillana, iniciativa de Luperón, Betances y Hostos. Este tema fue abordado la semana pasada.

Con la llegada del siglo XX surgieron nuevas iniciativas. El Caribe inglés se movilizó para crear la Federación de las Indias Occidentales (Federation of the West Indies o West Indies Federation). Un efímero intento de asociarse por parte de las colonias británicas del Caribe. Esta iniciativa se desarrolló entre los años de 1958 y 1962.

El principal argumento de los promotores de este esfuerzo de integración, es que estas islas debían unirse para poder afrontar juntas los retos que se presentaban en ese momento, especialmente con la Guerra Fría. Decían que unidos podían tener mayor fuerza, sobre todo porque juntas todas las islas del Caribe inglés, que abarcaban una superficie de unos 20.253 km, y con una población que juntas alcanzaban alrededor de cuatro millones de habitantes.
La Federación concibió un único gobierno para las diez provincias. Se diseñó bajo el modelo semi federal. Comenzó oficialmente a funcionar el 22 de abril de 1958. Estaba integrada por las posesiones británicas en el Caribe insular. La sede del gobierno era Puerto España en Trinidad. Se estableció que el idioma oficial era, lógicamente, inglés. El nuevo Estado tenía como base legal la Ley de la Federación del Caribe Británico (British Caribbean Federation Act) de 1956. Las diez provincias que integraban la federación eran las siguientes:
Antigua y Barbuda
Barbados
Dominica
Granada
Jamaica (incluyendo las Islas Caimán, y las Islas Turcas y Caicos)
Montserrat
Trinidad y Tobago
San Cristóbal y Nieves (incluyendo Anguila)
Santa Lucía
San Vicente y las Granadinas.
El jefe del gobierno era el Gobernador General, quien era representante de la reina y estaba asesorado por el Consejo de Estado, a la cabeza del cual se encontraba el Primer Ministro. El Parlamento de la Federación tenía dos Cámaras: el Senado que estaba integrado por 19 miembros; y la Cámara de Representantes por 45, elegidos por voto directo y cuyo número variaba según la localidad. La más grande, como Jamaica, tenía 17; mientras que Trinidad y Tobago 10; Barbados contaba con cinco representantes y Monserrat solamente uno. Para elegir a los representantes, las elecciones debían hacerse mediante la confederación de los grupos políticos.

Los intentos y los esfuerzos de unidad se vieron abruptamente interrumpidos ya que en 1962 Jamaica y Trinidad y Tobago se declararon independientes y se separaron de la federación.

La Federación de las Indias Occidentales fue legalmente disuelta por el Parlamento del Reino Unido mediante la Ley de las Indias Occidentales promulgada en el año de 1962. ¿Qué pasó entonces con el resto de las ocho pequeñas provincias? Se convirtieron autónomas, pero bajo la supervisión directa de Inglaterra. Pocos años después las pequeñas islas se fueron independizando una a una. La primera en hacerla fue Barbados en 1966. Le siguió Granada en 1974. Cuatro años más tarde, en 1978, lo hizo Dominica. Al año siguiente lo hicieron Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas. En 1981 le tocó el turno a Antigua y Barbuda. Y por último a San Cristóbal y Nieves que fue en 1983.

La diminuta isla de Montserrat, decidió seguir siendo territorio de ultramar del Reino Unido. Las Islas de Caimán e Islas Turcas y Caicos se separaron de Jamaica cuando decidieron independizarse en 1962. Anguila se separó de San Cristóbal y Nieves en 1980. Todas ellas poco tiempo después también se asumieron como Territorios Británicos de Ultramar.

¿Por qué este esfuerzo tan hermoso fue tan efímero? Gérard Pierre Charles nos ofrece una interesante explicación en su libro “El Caribe Contemporáneo” [1]
La experiencia federativa se enfrentaba a un sinnúmero de obstáculos de orden geográfico, administrativo y estructural nacidos en su mayoría de la misma balcanización promovida durante siglos por la potencia metropolitana. Además, el impulso hacia la independencia en algunos Estados, los más importantes, conllevaba la visión y búsqueda del “interés nacional”. Jamaica se sentía amenazada por la unión arancelaria que perjudicaba sus intereses económicos y, por lo tanto, decidió retirarse de la Federación en 1961 a raíz de un referéndum efectuado bajo la presión del Partido Laborista. Fue entonces que el Dr. Eric Williams, Premier de Trinidad, decidió abandonar también la unión expresando sus conclusiones en cuanto al porvenir de la misma con esta simple frase: Diez menos uno quedan cero.”… Así, por la yuxtaposición de factores tanto económicos como políticos, la Federación no pudo seguir adelante. [2]
Se han escrito muchos trabajos intentando interpretar las razones del fracaso de la Federación. Todos los investigadores coinciden en que la salida de Jamaica, que era la isla mayor en territorio, población y economía, debilitaba demasiado al conjunto, provocando un verdadero golpe mortal. Otros afirman que el desarrollo del sentimiento nacionalista en las diferentes provincias, pero sobre todo, la debilidad misma del gobierno federal, sumado a los impuestos federales y a las limitaciones para la libre circulación, hicieron colapsar el proyecto. La realidad es que la desproporción entre las provincias provocaba cargas muy pesadas a las más grandes.

Un nuevo intento que no tiene feliz término. Seguimos en la próxima entrega.
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[1] Gérard Pierre Charles,
El Caribe contemporáneo, México, Editora Siglo XXI, p. 46 ‘47
[2] Ibídem.

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