EEUU, una de las naciones más religiosas del mundo, y donde los derechos de los creyentes compiten en primacía con los derechos humanos, fue fundado como un estado laico.
En efecto, en 1796, un tratado con Trípoli, finalmente firmado por John Adams en 1797, decía: “Dado que el gobierno de EEUU no está, en ningún sentido, fundado en la religión cristiana; que en sí mismo no alberga hostilidad alguna frente a las leyes, la religión o la tranquilidad de los musulmanes; y como dichos Estados nunca han participado en guerra o acto hostil alguno contra ninguna nación mahometana, se declara por las partes que ningún pretexto originado por opiniones religiosas producirá un cese de la armonía existente entre los dos países”. ¡Qué irónica la historia!
