Joven pedernalense crea fundación para ayudar a otros

Con 26 años, Rafael Pérez Yan, hijo de padre dominicano y madre haitiana y adquiriente de la doble nacionalidad, es el protagonista de una historia de superación.

Con 26 años, Rafael Pérez Yan, hijo de padre dominicano y madre haitiana y adquiriente de la doble nacionalidad, es el protagonista de una historia de superación. Nació y creció en la más extrema pobreza en el paraje de Banano, ubicada en los límites fronterizos entre Haití y República Dominicana en las montañas de la Sierra de Bahoruco de la provincia Pedernales.

En su pequeña comarca cursó parte de sus estudios primarios y tras llegar al octavo grado tuvo que salir a la ciudad, para continuar con su preparación. “Muchas veces no tenía la forma de acudir a la escuela por falta de ropa, a veces comía una sola vez al día”, narra el joven.

En la actualidad ha creado la Fundación Casa de Luz de la Frontera, una organización sin fines de lucro, que trabaja por el bienestar y el desarrollo sostenible de las comunidades de la frontera, en el ámbito espiritual, educativo, social y cultural. La entidad tiene como misión educar y preparar a niños, adolescentes y jóvenes, inspirándolos a que puedan valerse de sí mismo, dándole a entender sus derechos.

Narra este emprendedor que cuando terminó sus estudios primarios, su madre separó a cada uno de sus seis hermanos para enviarlos a casas de otros parientes. A él le correspondió ir al municipio de Juancho en donde repitió el octavo grado por su limitado español.

Luego retornó a Pedernales a casa de un hermano. Allí trabajó como despachador en un colmado con un salario de mil pesos y combinó esta actividad con sus estudios secundarios.

Explica Pérez Yan que dejó el trabajo de su hermano y se dedicó a la venta de mabí, a limpiar zapatos, y ayudar a un pastor que tenía un puesto de venta en el mercado de Pedernales.

“En un momento en el negocio de mi hermano me ofrecieron un pago de seis mil pesos para administrarlo, por la habilidad que tenía en los cálculos, pero bajo la condición de abandonar los estudios”, explica Rafael, quien le planteó la propuesta a su madre, y esta le contestó que “la riqueza del pobre son los estudios”.

Con su primer negocito de mabí y su empleo en el mercado su economía creció y cuando llegó a tercero del bachillerato, se trasladó a Santo Domingo.

Ingresó al Instituto Politécnico de Haina donde estudio informática y realizó un pequeño curso de microempresa y gestión de empresa.

Cuenta que una vez consiguió una beca para estudiar en el Dominico Americano y la perdió por la falta de 70 pesos que necesitaba cada sábado.

Regresó a Pedernales y en el 2010 estudió inglés por inmersión. En nueve meses aprendió el idioma.

Por sus conocimientos de inglés, español, francés y creole se relacionó con representantes de misiones de organizaciones internacionales que trabajan en la frontera. Es ahí cuando unos misioneros le ofrecieron pagarle mil pesos diarios por su cooperación, pago que rechazó argumentando que no cobraría a gente que viene a trabajar por su comunidad.

Su desprendimiento llenó de sorpresa a la delegación que tomó sus datos y en el 2013 le otorgaron un visado que le permitió viajar a Estados Unidos, donde predicó en muchas iglesias y realizó un curso sobre liderazgo y desarrollo. Ese viaje le permitió cosechar relaciones con autoridades y empresarios de ese país. Ha regresado varias veces en busca de apoyo para los proyectos que pretende desarrollar en Pedernales y Haití.

Pérez Yan expresa un profundo agradecimiento a la República Dominicana por la educación brindada y al Ministerio de Educación Superior. Planea estudiar Derecho.

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