Juramento

INTRODUCCIÓNDado que el Acto de Graduación Universitaria es tan solemne e importante en la vida de una persona, de la familia y de la sociedad, se concluye con un acto también solemne e importante: el Juramento. De…

INTRODUCCIÓN

Dado que el Acto de Graduación Universitaria es tan solemne e importante en la vida de una persona, de la familia y de la sociedad, se concluye con un acto también solemne e importante: el Juramento. De ahí que para el Discurso de Honor en la 64ª Graduación de la Universidad Católica Nordestana (UCNE) con Sede en San Francisco de Macorís, tenida el 21 septiembre 2013, decidí tomar como tema el Juramento.

Utilicé los siguientes textos, los cuales en algún momento, separándome de lo escrito, me sirvieron para algunos comentarios espontáneos. Se los entrego en su literalidad textual, invitándoles a ir más allá de ellos, haciendo otras reflexiones personales, grupales o comunitarias. En primer lugar, les copio el texto del Juramento mismo, que se hace en las graduaciones de la UCNE. Él solo, considerado en sí mismo, se presta para profundas y ricas reflexiones y comentarios.

1. Juramento de Graduación en la UCNE

Rector:
Queridos (as) graduados (as) juran ustedes, ante Dios y la sociedad, ser fieles a la verdad, servir a los demás sin esperar ser servidos, respetar los derechos ciudadanos y cumplir a cabalidad con sus deberes profesionales?
Graduados:
Sí, juramos!
Rector:
Si así lo hicieren Dios y la Patria les premiarán, en caso contrario responderán ante ellos.

Queridos graduados y graduadas en estos momentos les autorizamos hacer cambio de borlas de derecha a izquierda y ocupar nueva vez sus asientos.

2. Definición de Juramento
Según el Diccionario de la Real Academia:

“Afirmación o negación, poniendo por testigo a Dios o en sí mismo o en sus criaturas”.

3. Sinónimos y antónimos de juramento:

a) Sinónimos compromiso, promesa, palabra, voto, fidelidad, lealtad y fe,
b) Antónimos prevaricación, deslealtad, infidelidad, perjurio, traición, apostasía y retractación.

4. Segundo mandamiento del Decálogo:

“Nojurarás en falso”.

Al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
“Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Señor. “Al Señor tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás” (Dt 6,13).

La reprobación del falso juramento es un deber para con Dios. Como Creador y Señor, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana está de acuerdo o en oposición con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y legítimo, pone de relieve la relación de la palabra humana con la verdad de Dios. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.

Es perjuro quien, bajo juramento, hace una promesa que no tiene intención de cumplir, o que, después de haber prometido bajo juramento, no la mantiene. El perjurio constituye una grave falta de respeto hacia el Señor de toda palabra. Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del Nombre divino.

Jesús expuso el segundo mandamiento en el Sermón de la Montaña: “Habéis oído que se dijo a los antepasados: `no perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos’. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno…sea vuestro lenguaje: `sí, sí’; `no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno” (Mt 5,33-34. 37; cf St 5,12). Jesús enseña que todo juramento implica una referencia a Dios y que la presencia de Dios y de su verdad debe ser honrada en toda palabra. La discreción del recurso a Dios al hablar va unida a la atención respetuosa a su presencia, reconocida o menospreciada en cada una de nuestras afirmaciones.

Siguiendo a San Pablo (cf 2 Co 1,23; Gal 1,20), la tradición de la Iglesia ha comprendido las palabras de Jesús en el sentido de que no se oponen al juramento cuando éste se hace por una causa grave y justa (por ejemplo, ante el tribunal). “El juramento, es decir, la invocación del nombre de Dios como testigo de la verdad, sólo puede prestarse con verdad, con sensatez y con justicia” (CIC, can. 1199,1).

La santidad del nombre divino exige no recurrir a él para cosas fútiles, y no prestar juramento en circunstancias que pudieran hacerlo interpretar como una aprobación del poder que lo exigiese injustamente. Cuando el juramento es exigido por autoridades civiles ilegítimas, puede ser rechazado. Debe serlo, cuando es impuesto con fines contrarios a la dignidad de las personas o a la comunión de la Iglesia” (Catecismo de la Iglesia Católica, #2150-2155).

5. Reflexión

El juramento tiene una estrecha relación con la verdad. Jurar es tomar a Dios o a sus criaturas como testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete, de una u otra manera, el nombre de Dios y el valor de la verdad.

El juramento está presente en muchas de nuestras acciones, pero no en cualquier tipo de acción, sino en aquellas más importantes y solemnes.

Se jura cuando se asumen las grandes cargas y responsabilidades de la vida, que exigen serios y graves compromisos. Se juramenta al Presidente de la República y a muchos otros servidores; juran, igualmente, los Obispos antes de asumir su ministerio. El juramento equivale, en esos casos, a la afirmación de que se cumplirá con la misión para la cual han sido elegidos o designados; como garante de la veracidad de sus promesas ponen a Dios, a su honor y a su conciencia.

Uno de los juramentos más conocidos es aquel que solemnemente se hace en los tribunales, con la célebre fórmula: ¿“Jura decir la verdad y sólo la verdad”? El“sí juro”, que se da como respuesta, se proclama, con frecuencia, delante de un Crucifijo.

El juramento se coloca de cara al futuro. Es un compromiso con la verdad del mañana, con realidades que aún no son hechos ni datos tangibles ni sobre los cuales se pueden citar testigos algunos. Por eso se invocan como testigos garantes a Dios, al honor y a la conciencia.

Esta característica aparece claramente en el juramento de las graduaciones de nuevos profesionales: se jura poner al servicio de la sociedad y de la patria los conocimientos y técnicas adquiridas. Después del “sí juramos” de los graduandos, el rector o quien lo representa suele decir en tono solemne esta fórmula o palabras parecidas: “Si así lo hacen, Dios y la Patria los recompensen. De lo contrario, ellos les pidan cuentas”.

Es costumbre ya admitida que al instalar la directiva de una agrupación cualquiera de la sociedad civil, esté o no reconocida como tal por el Estado, se juramente a sus miembros. Es una manera de solemnizar la ocasión y comprometer a los nuevos directivos con los fines de la agrupación.

El juramento de mayor trascendencia en la historia de la República Dominicana ha sido aquel pronunciado en la instalación de la Sociedad Trinitaria por Juan Pablo Duarte y sus compañeros libertadores el 16 de julio de 1838. Fruto del mismo fue la separación de este país de Haití. Conocido como el “juramento trinitario”, es el más solemne de los juramentos pronunciados en la isla y reúne los grandes rasgos del acto de jurar. Recordemos sus cláusulas centrales:

“En el nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implementar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana”.

El juramento trinitario concluye de la siguiente manera: “Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuenta, y mi conciencia me castigue el perjurio y la traición si los vendo”.

Al final de leer el texto cada trinitario firmó el juramento y, según el testimonio del historiador Don Emiliano Tejera, “todos firmaron con su sangre”. Sellar un documento con su sangre equivale a certificarlo y garantizarlo con la entrega de la propia vida.

Duarte y sus compañeros incluyen en su juramento “el perjurio y la traición”. Perjurar es jurar en falso y equivale a un engaño y a una traición, porque todo juramento, en último término, se funda en Dios y está dirigido a otros. La reprobación de un perjurio o juramento en falso es un deber para con Dios, porque se le ha puesto como testigo de una mentira.

El perjurio muestra toda su fuerza de engaño y maldad en cuestiones de amor, en la relación hombre-mujer. Cuando se jura amor, se hace el compromiso más solemne. Quien no tiene intención de cumplir su juramento o después de hacerlo no lo mantiene es calificado de “perjuro”, una de los motes más humillantes que se puede dar a un ser humano.

El perjurio en un tribunal es considerado como un falso testimonio y es materia no para los jueces de causas civiles, sino penales.

Todo el mundo en algún momento de su vida o en varios de ella deberá juramentarse. Cabe, entonces, preguntarse ¿se educa para la verdad, se educa para jurar, para un acto tan serio y comprometedor como lo es un juramento? Porque nadie está obligado a juramentos y promesas, pero si los hace ha de cumplirlos (Tomado de mi artículo Certificaciones y Juramentos, El Caribe, 29 de enero 2006).

CONCLUSIÓN:
CERTIFICO que en mi artículo “Juramento” he reproducido literalmente los textos utilizados por mí en el discurso de la 64ª Graduación de la Universidad Católica Nordestana (UCNE).

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los veintiséis (26) días del mes de septiembre del año del Señor dos mil trece (2013).

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