Mu-Kien Sang celebra misa por sus 60 años

Con una misa de acción en la Parroquia Santísima Trinidad, la historiadora Mu-Kien Adriana Sang Ben, dio gracias a Dios por sus 60 años.

Con una misa de acción en la Parroquia Santísima Trinidad, la historiadora Mu-Kien Adriana Sang Ben, dio gracias a Dios por sus 60 años.La homilía fue oficiada por Monseñor Agripino Núñez Collado, quien agradeció a Dios por el privilegio de presidir esta eucaristía por el cumpleaños de Sang Ben, una maestra que sabe, enseña y que ama a sus alumnos, quienes, a su vez, también le profesan cariño.

Dijo que aunque Mu-Kien ha tenido sus altas y bajas, en los momentos más difíciles nunca la ha visto rendida, “porque ella es una mujer de fe”, miembro de una familia de fe cristiana, cuyos padres, Miguel Sang y Ana Ben, le enseñaron a ella y a sus hermanos a vivir una vida cristiana, llena del amor a Dios.
“Mu-Kien es una mujer que toda su vida ha llevado su corazón lleno de amor, es una mujer que ha dado mucho a la educación, que ama la universidad en la que estudió y que hoy es profesora, ama la cultura y la historia dominicana”, manifestó Núñez Collado.

Luego, Mu-Kien, quien es colaboradora de elCaribe, agradeció a Dios “por otorgarme de nuevo el privilegio de la vida”, y expresó que “tengo la dicha de contar con una inmensa fortuna: no tiene precio el amor de mi familia nuclear; Rafael y sus hijos, mis hijos, Arancha y Rafael, y con ellos sus compañeros de vida, Rocío y Héctor, pero muy especialmente de dos niños que me han hecho redescubir la ternura: sus nietos, mis nietos, Rafael y Andrés”.

Recordó el ocho de septiembre de 1973, cuando finalizaba el bachillerato, celebró en lo que llamaba “La Lomita”, en el Sagrado Corazón de Jesús, una misa con las monjas del colegio para celebrar sus 18 años, “que era el inicio de mi vida adulta, y que quería agradecer y poner en manos de Dios la continuación de mi vida”.

Asimismo, dijo que en 2005 celebró en esa misma parroquia sus 50 años, el que catalogó como “mi segundo vuelo”, donde, descubrió en el dolor la fragilidad humana y la necesidad de reevaluar la vida y repensar las cosas.

“Diez años después, vuelvo a esta iglesia que he visitado muchas veces para celebrar hermosos momentos y para despedir amigos queridos. He vuelto para dar de nuevo gracias a Dios por haberme otorgado el privilegio de la vida, y por haberme regalado seis décadas de vida”, finalizó Sang Ben. 

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