Cotuí. Gregorio Javier conoce hace diez años el tipo de carnada que debe usar para pescar truchas en el lago de la presa de Hatillo.
Este ciudadano, de tez oscura, es una de las aproximadamente 200 personas que han hecho de la pesca en esta zona su fuente de ingreso, convirtiéndose a la vez en suplidores de restaurantes y otros negocios informales de venta de comida.
La economía de Sánchez Ramírez tiene su base principal en la agricultura, especialmente en la producción de arroz. Se cultiva también plátano, yuca, cacao y cítricos entre otros. Gregorio Javier no tiene intención de involucrarse en esas actividades por ahora. Lo suyo es la pesca.
La mejor hora para hacerlo es entre 10:00 y 11:00 de la mañana, según sus conocimientos.
En “un día bueno” Gregorio puede sacar de las aguas del lago de la presa de Hatillo entre 20 y 30 libras de tilapia o carpas, y con ello “echarse” RD$1,500 a los bolsillos. De ese dinero comen cinco miembros que conforman su hogar, ubicado en el barrio La Altagracia, de Cotuí. La libra de tilapia tiene un costo de 50 pesos.
El pescador Antonio Hernández es compañero de jornada de Gregorio Javier. Ambos comparten el mismo transporte para moverse entre las aguas del afluente. Se trata de un tubo negro preparado rústicamente para flotar y aguantarlo a los dos mientras tiran el anzuelo, este último preparado en la punta con un gancho torcido, una carnada y varias oraciones “para que los pejes lluevan”.
La pesca en el lago de Hatillo tiene tres tandas, mañana, tarde y noche. Los pescadores tienen sus “mañas” para recolectar las distintas variedades, atendiendo al comportamiento de cada una de esas tandas. Por ejemplo, la trucha “pica” de 5:00 a 7:00 de la noche, según testimonios de algunos pescadores.
Es decir, que esas horas son las adecuadas para pescar y las probabilidades de tener éxito son mayores.
Cada uno de los horarios tiene un tipo de pescador específico. Por ejemplo, Antonio Hernández y Gregorio Javier acuden cerca de las 10:00 de la mañana; significa que buscan carpas. Gerardo Martínez, otro buscador de especies, se coloca en las orillas del lago a las 7:00 de la noche, su objetivo es pescar “bozúa”.
Los trucos no se detienen ahí. Según Domingo Antonio Díaz García, “para conseguir trucha en el lago de Hatillo hay que usar carnada artificial, para las carpas hay que enganchar lombrices al anzuelo y para las bozúas lo mejor son los bollitos de yuca”.
A diferencia de otros pescadores que conversaron con El Caribe mientras ejercían su oficio, Díaz García no solo vive de esa actividad, sino que tiene además una fritura. Curiosamente los peces que captura no los comercializa en ese negocio.
Prueban el buen sabor
Datos de la Asociación Dominicana de Acuicultores, del año 2008, indican que para esa fecha el consumo del país superaba las 30 mil toneladas de pescados y mariscos, gran parte de estas en zonas turísticas. La captura global de peces variados, para entonces alcanzaba las 13 mil toneladas, de agua interior (presas) y de la costa.
Los peces capturados en las aguas bajo influencia de la presa de Hatillo son consumidos en Cotuí, Fantino, La Mata, Cevicos, Angelina, Hernando Alonzo, La Bija
La Cueva, Platanal, Quita Sueño y Comedero Arriba, entre otras comunidades.
Los vendedores pueden verse en muchas de las calles de esos lugares. El embalse de la presa de Hatillo tiene un volumen de agua de 710 millones de metros cúbicos y una superficie de 22 kilómetros cuadrados.
Negocios de área los utilizan
“Cotuí no tiene que importar peces de otros lados del país, la presa aporta todos los que requerimos para el consumo y para los negocios”, dice Raúl Fernández, propietario del Ferry de Cotuí.
Fernández habla con cierta certeza sobre el tema, “porque los siete u ocho restaurantes que existen en el trayecto al lugar donde está su catamarán (ferry), se suplen en gran parte de los peces del lago”. Ese es, por ejemplo, el caso de La Presita, donde se encuentran recetas en base a truchas.
