Las bondades del plátano

“Cuando un joven pide en una fonda un carrito, ¿saben lo que le sirven? Un flamante plátano con cuatro ruedas de salami. Si el…

“Cuando un joven pide en una fonda un carrito, ¿saben lo que le sirven? Un flamante plátano con cuatro ruedas de salami. Si el presupuesto no le alcanza para un carrito, pide un motoconcho y le sirven el mismo plátano con solo dos rueditas de salami. Si el pobre muchacho está en crisis, pide un tenis y, en este caso, le dan el mismo plátano con unos cordones de espaguetis encima”. Benilda Llenas de Herrera.

Madrina Benilda, una digna y servicial santiaguera que transmite paz y gracia, recientemente publicó un fascinante libro titulado “Las bondades del plátano”. Y la gentil dama sabe de eso. Es la estrella del arte culinario en la Ciudad Corazón. Es una obra educativa, colorida y simpática, que no debe faltar en ningún hogar.  Comparto con ustedes una de sus partes.

“¿Notan cómo se ha superado el plátano? Y pensar que hace un tiempo mi ahijado, Pedro Domínguez (yo), me hizo una adivinanza; recuerdo que me preguntó: “¿Madrina Benilda, usted sabe cuáles son las 3 “ees” del plátano? Embrutece, estriñe y engorda”.

Para los que creen que el plátano embrutece, es bueno que sepan que en la India, a la llegada de Alejandro Magno, a los plátanos se les conocía como “la fruta de los sabios”, porque los brahmanes hindúes acostumbraban a meditar bajo sus placenteras sombras. Pedro me prometió que no volvería a hablar mal de ellos. (Cumplo mi palabra).

Ustedes no me lo van a creer, pero todos los días, al despertarme y abrir la ventana, veo una mata de plátano con un racimo, que he visto crecer en el patio de mis vecinos, y reflexiono: ¡Qué enseñanza tan grande nos da un racimo de plátanos!; cómo han ido formándose alrededor de algo que les da seguridad, unidos como hermanos, respetando el espacio de los otros sin querer sobresalir. Y, cuando el peso los traiciona, aún de cabezas, siguen confiados en lo que lo sostiene, hasta completar su desarrollo y luego ser enviados a sus destinos.

En este momento, la mata, sintiendo que ha cumplido su misión, permite que la corten, cede su espacio y se pudre en el suelo, sirviendo de abono a una nueva cepa. ¡Cuánto podemos aprender de lo que aparenta ser una sencilla mata de plátanos!

Damos gracias al Señor que permitió que el plátano llegara a nuestra tierra. Tratemos de imitarle, ya que es el alimento más solidario, pues el más humilde lo come en una sencilla higüerita, y el más rico que lo consume en un plato de porcelana sobre fino mantel de lino. ¡Cuánta hambre han mitigado los plátanos a los dominicanos! Si los imitamos, nuestro mundo sería mejor”.

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