Las caricias de la piel alivian la tensión

Los receptores nerviosos de la piel comunican sus estímulos al cerebro que por medio de sus más diversos circuitos responde adecuadamente…

Los receptores nerviosos de la piel comunican sus estímulos al cerebro que por medio de sus más diversos circuitos responde adecuadamente a cada reflejo externo. Llama la atención que embriológicamente la piel y el cerebro nacen del ectodermo.

Eso me trae el recuerdo de una anécdota: hace 70 años frecuentaba yo un tribunal de Primera Instancia, pues me gustaba ver los debates de los casos penales, y en una ocasión uno de los juristas, al criticar la interpretación de un experticio médico forense del penalista de la tribuna contraria, que era en la época uno de los más famosos criminalistas, y que tenía la piel oscura, le espetó: “Embriológicamente, la piel y el cerebro tienen un mismo origen por lo que no sorprende que sus ideas sean tan negras como su piel”.

La piel, como órgano sensorial, hace que cada uno de nosotros tenga una sensibilidad única y particular al roce, a la presión, al calor, al frío, a las vibraciones y al dolor.  No hay nada más íntimo que el tacto.  Esa satisfacción que experimentamos al acariciar y ser acariciados no tiene precio.  Por eso, el masaje ayuda a aliviar la tensión.  Lo mismo podríamos decir de la caricia de las gotas de una tenue lluvia al caer sobre nuestro torso y el roce de una suave brisa sobre nuestras mejillas.

Dice Jill B. Taylor: “El órgano de la piel, por su gran extensión, es el sentido que mejor nos conecta con nuestro entorno, nos da información de nuestra posición en el espacio en relación con los otros objetos, nos hace partícipe de la danza cósmica y nos trae al momento presente”.

«El órgano de la piel, por su gran extensión, es el sentido que mejor nos conecta con nuestro entorno y nos da información de nuestra posición en el espacio”.

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