Las medidas dominicanas (y 2)

Particular mención debemos hacer del “chin”, medida de poco, alusión a pequeña cantidad; el “chin-chin” que implica una cuantía aún más reducida y el “chininín”, que se refiere a una porción todavía menor. Aunque no…

Particular mención debemos hacer del “chin”, medida de poco, alusión a pequeña cantidad; el “chin-chin” que implica una cuantía aún más reducida y el “chininín”, que se refiere a una porción todavía menor.

Aunque no forma parte de ningún sistema de medidas de carácter universal, por su imprecisión y falta de relación con ninguna otra, es parte de la vida del dominicano como medida de qué se solicita. Aunque casi desparecido el término en lo urbano, el “hacer un chin” para referirse a la relación sexual, sin analogía con volumen, cantidad o intensidad.

Para significar una porción muy pequeña existe la “ñinga”, sobre todo en términos defensivos para alegar que apenas quedaba o que “no dio pa ná”. Para referirse a mucho: “un viaje”.

En las zonas cañeras se utilizaba la arroba, medida de 25 libras cuyo símbolo hoy se utiliza en el lenguaje cibernético o para referirse a los dos sexos al mismo tiempo.

Al igual que el quintal (100 libras), ha servido para engañar más que para medir y marca las brutales injusticias y la aceptación de engaño como norma, que Ramón Marrero Aristy refiere en “Over”, su novela de la caña, cuyo título da nombre al robo institucionalizado en la “bodega” y promovido por “lo’samericano” dueños de ingenios.

La tonelada (la métrica de 1000 kilos y la inglesa con sus confusiones entre larga y corta) es todavía medida utilizada en lo criollo. La “mano” es el elemento de medición cuando a plátanos, guineos y rulos se refiere. Un “pegote” es concepción “de gran volumen” y por lo general despectiva.

Cuando nos referimos a mucha cantidad, es “una barsa” o un “bojote”, sobre todo si se refiere a “cuartos” y si en exceso, es por “pipá”. La longaniza se concibe en varas, en imprecisa medida desde la punta de los dedos al hombro del brazo extendido. Lo mismo la “cuarta”, calculada de la medida de la mano extendida entre el dedo “miñiqui” y el pulgar. En el campo era común la “vara conuquera cuadrada”, que 10 de ellas conformaban una tarea y la lineal que los entendidos fijan en 2.50 metros, unos 8 pies. Una “carga” depende de qué se trate: si de plátanos, caben 200; si de andullos 40 y de casabe de 16 a 18 tortas grandes.

La “fanega”, en total desuso, correspondía a dos medidas distintas: en el sur o en el Cibao, donde en este último contenía alrededor de 60 litros. En asuntos de mar aún se utiliza la “braza” que corresponde a 6 pies, para indicar profundidades. El “cajón” utilizado usualmente para granos, de singular capacidad y caprichosa estructura, se define como equivalente a 5 litros.

La “petaca”, construida en yagua, no tiene equivalencias, en desuso como elemento recipiente. En alguna época se utilizó para referirse a un carro “en mal etado o debaratao”. Este recuento de las medidas, refuerza el criterio de nuestra diversidad cultural y refleja que somos “una mécla de to” y así hemos delineado nuestro folclor y cultura. l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas