Las relaciones con Haití (7)

Mientras Bosch se dirigía a la nación, el ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Freites, remitía un ultimátum a su colega haitiano,  René Chalmers,  reclamando una reparación e indemnización por las “ofensas y los riesgos” a que…

Mientras Bosch se dirigía a la nación, el ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Freites, remitía un ultimátum a su colega haitiano,  René Chalmers,  reclamando una reparación e indemnización por las “ofensas y los riesgos” a que ha estado sujeta la representación dominicana en Haití.  En caso contrario,  “adoptará con toda decisión,  y a cualquier precio,  las medidas necesarias para hacer respetar la dignidad y la soberanía de la nación dominicana”.

“Violaciones tan insólitas de normas de derecho internacional universalmente consagradas y reconocidas de manera especial por el Sistema Interamericano han dado lugar al más enérgico repudio de su gobierno,”  agregaba la nota oficial de Freites.  El momento era delicado.  Y  no parecía haber espacios para una salida amistosa.  “Lamentable es reconocer que estas burdas e incalificables agresiones no son en manera alguna hechos aislados, sino por el contrario constituyen la culminación de una serie de provocaciones irresponsables con las cuales el gobierno haitiano pretende ultrajar la dignidad de la nación dominicana y afrentar su soberanía”.

Freites se quejaba de que el gobierno tenía razones “para no abrigar la menor duda de que realmente el propósito del gobierno haitiano, como lo revela su proceder, se encamina a provocar una crisis entre los dos países con miras a desviar la atención del pueblo haitiano de la conflictiva situación interna de que es solamente culpable su propio gobierno”.

Un breve anuncio pagado,  aparecido en los matutinos del 30 de abril, dio a los dominicanos otra idea de cuán cerca se encontraban de un conflicto bélico.  La  Dirección de Registro de la Reservas de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional avisaba a los miembros que debían “estar listos para cumplir con su deber en la defensa de los sagrados intereses de la Patria, en  caso de que el Poder Ejecutivo resuelva su llamamiento a filas”.  Las informaciones sobre el desplazamiento de tropas a la frontera y el traslado de armamento pesado aumentó la expectación de una opinión pública que no salía de su asombro.  Todo había sido tan repentino y drástico.  La idea de una guerra con Haití,  que parecía inminente,  era realmente preocupante.

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