[No sé cómo definir (ni pronunciar el apellido) de la norteamericana Laura Knight-Jadczyk, que para mí es todo un descubrimiento, descubrimiento y deslumbramiento.

Junto a su esposo, Arkadiusz Jadczyk, un físico teórico, es fundadora de Cassiopaea.org, Cassiopaea.com y Quantum Future.net., que invito a visitar a los interesados en temas esotéricos, científicos y tabúes.

Laura Knight-Jadczyk es la autora de siete libros que desconciertan por la variedad de sus temas: historia, metafísica, política, religión, filosofía, ciencia, religión y abducción extraterrestre. Desconcierta por igual su erudición y no hay que estar de acuerdo con ella para disfrutar de lo que dice porque sabe decir y dice cosas interesantísimas en su variopinta lista de obras: “La Historia Secreta Del Mundo”, “11-S: La Verdad Definitiva”, “La Gran Extrañeza de Dimensiones”, “Densidades”, “El Proceso de Abducción Extraterrestre” y “La Onda”.

“La casa de David” es un fragmento arqueológico de la “Historia secreta del mundo” y pondrá a pensar a creyentes e increyentes sobre uno de los grandes temas que han apasionado y apasionan a la humanidad. El famoso templo de Salomón que al parecer nunca se construyó o está más perdido que el hijo de Lindbergh. PCS].

La Biblia declara que los interminables relatos de alabanzas al Rey David eran tan extendidos que no se entiende cómo, en caso de ser reales, no fueran conocidos en el “mundo exterior” de Egipto, Grecia, Asiria y Babilonia. Pero, como vamos a descubrir, quizás sí eran reales, solo que con un protagonista y un título diferentes. La pregunta es: ¿cuáles versiones son las más exactas? ¿Se apropiaron los hebreos de esas historias para asimilarlas a su propia “historia”, o fue más bien algo de su historia lo que fue tomado prestado por las otras fuentes? Y en cualquier caso, ¿cuál es el verdadero entorno histórico de esas historias? ¿Fueron acaso el resultado de la superposición de un mito sobre una serie de eventos históricos reales? ¿O acaso se fabricó una serie de eventos históricos tomando como base el mito?

De cualquier manera, así como Perseo dio muerte a la Gorgona y cortó su cabeza, David también dio muerte y cortó la cabeza del gigante Goliat. Ambos portaban “morrales”, y las “piedras” también jugaron un papel importante en ambas historias. David fue “adoptado” por la corte real porque era un famoso arpista y cantante a la manera de Orfeo. Como Hércules y otros héroes griegos, David era un rebelde y un saqueador, y así como Paris robó a Helena, él también robó a la mujer de otro: Betsabé. También conquistó la gran ciudadela de Jerusalén y el vasto imperio que yacía más allá.

Las historias de Salomón, hijo de David y Betsabé y heredero del reino, nos dicen que era el más sabio entre los reyes. También era el más grande entre los constructores. Ellas hablan de lo brillante que era y de cómo sus decisiones se tienen como un ejemplo a imitar a lo largo de las épocas. Su riqueza sobrepasaba toda descripción, y en particular, sobresale su construcción del Templo en Jerusalén.

Por milenios, los lectores de la Biblia han discutido acerca de los días de David y Salomón en Israel como si las cosas hubieran ocurrido tal y como se describen. Aún la gente que no profesa la fe cristiana acepta que el Templo de Salomón existió, y el diseño de su construcción ha sido objeto de interminables discusiones por parte de esoteristas de todas las épocas: montañas de libros, leyendas y doctrinas secretas han tenido como base el fabuloso Templo de Salomón. Peregrinos, cruzados, visionarios, e incluso muchos libros de la época moderna acerca de los orígenes del hombre o de los orígenes del Cristianismo, se han dedicado a propagar fabulosas historias acerca de la magnificencia de la ciudad de David, el Templo de Salomón, y los supuestos tesoros que contenía. La totalidad de nuestra cultura occidental tiene un particular interés en validar todas esas historias. ¿Qué cosa haríamos con este enorme cúmulo de material literario, incluyendo todas las enseñanzas masónicas y del campo de la Magia, si resultara ser que el “Templo de Salomón” nunca existió?

Y es que ese parece ser el caso. Cuando menos, no hubo ningún Templo de Salomón en los términos en que la Biblia lo describe.
Una de las primeras búsquedas arqueológicas en Palestina fue la de los restos del Templo de Salomón y del gran imperio de David. Sería tedioso hacer una reseña de las muchas empresas de excavación, los resultados concretos, las suposiciones a que dieron pie, y las descabelladas declaraciones del tipo “¡He encontrado la prueba de su existencia!”, que luego fueron seguidas por sobrias demostraciones científicas de que ese no era el caso.

El lector que esté interesado en adquirir un conocimiento más profundo de estos detalles es conminado a leer el material que apoya ambos lados del argumento, para luego considerar la evidencia científica existente y posiblemente llegar a las mismas conclusiones a las que hemos llegado nosotros: El Reino de David y el Templo de Salomón, tal y como aparecen descritos en la Biblia, nunca existieron. A pesar de que se encontraron restos de una especie de “reino” en Megiddo, Gezer y Hazor, posteriormente se determinó que este “imperio” correspondía a algo completamente diferente de lo que inicialmente se supuso, como veremos enseguida.

Lo importante, sin embargo, es que el área de Judea, específicamente designada como “hogar” de David y Salomón, estaba “conspicuamente subdesarrollada” durante la época del supuesto imperio de Salomón. Los hechos demuestran que la cultura de esta región era extremadamente simple. Con base en la evidencia desenterrada a punta de azadón, la tierra era de carácter rural, y no hay rastros de documentos escritos, inscripciones, o señal alguna de la extendida alfabetización que sería necesaria para el funcionamiento de una monarquía. Más aún, el área en cuestión ni siquiera era homogénea.

No existe evidencia de una cultura unificada, ni tampoco de forma alguna de administración central. El área que se extiende desde Jerusalén hacia el norte estaba densamente poblada, pero el área hacia el sur de Jerusalén, la tierra en cuestión, estaba escasamente poblada durante la época en que se supone vivieron David y Salomón. Es un hecho que Jerusalén misma era poco más que una villa típica de las tierras altas. Arqueológicamente no hay nada que se pueda decir acerca de David y Salomón, no obstante lo cual la leyenda ha perdurado. ¿Por qué?
Hay algo importante que se debe tener en mente y es el hecho de que la evidencia solamente apoya la gradual emergencia de un grupo distintivo en el área de Canaán a fines del siglo decimotercero AC, no el súbito arribo de un basto número de colonos israelitas. Y tal y como se ha apuntado, las gentes que ya se encontraban presentes en la tierra que se ha designado como asiento del gran reino de David y Salomón no estaban demasiado organizadas o “civilizadas”. (Laura Knight-Jadczyk).
Pedro Conde Sturla es escritor
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