Padre Luis Rosario:“En mi familia, aprendí a amar a los demás”

Para Luis Rosario, el 29 de junio de 1975 tiene un significado especial. Ese día, fue ordenado sacerdote en Roma por el Papa Pablo Sexto, ceremonia con la que veía convertido en realidad su sueño de ser “como los padres que en su infancia le…

Para Luis Rosario, el 29 de junio de 1975 tiene un significado especial. Ese día, fue ordenado sacerdote en Roma por el Papa Pablo Sexto, ceremonia con la que veía convertido en realidad su sueño de ser “como los padres que en su infancia le guiaban con amor y disciplina, a él y a sus amiguitos, por los caminos de la fe.

La mayor parte de su vida el Padre Luis Rosario la ha dedicado al trabajo con la juventud, especialmente a través de la Pastoral Juvenil, de la cual es coordinador desde el año 1985. Ha sido Asesor de la Pastoral Juvenil para la región del Caribe y miembro por varios años del equipo latinoamericano de la Sección de Juventud del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Pero antes de ser sacerdote de la Iglesia Católica, Luis era un hijo amado por sus padres, que crecía en el seno de una familia amorosa, y que debió enfrentar situaciones difíciles cuando el padre tuvo que irse al exilio y la madre fue apresada. Aunque ninguno de estos episodios rompió el lazo familiar, representaron cambios significativos en su vida.

1. Mocano
Nací, el primero de enero de 1945, en una zona que está cerca del hospital, llamada El Caimito de Moca. Soy hijo de Julio Rosario Díaz y Altagracia Peña Herrera. La familia Rosario Peña procreó cinco hijos. Mi familia era una familia sencilla, que se dio cuenta que tenía que emigrar, y siendo yo muy pequeño nos trasladamos a Santo Domingo.

2. En San Carlos
Nos mudamos a San Carlos, en Santo Domingo. En ese entonces la ciudad era relativamente pequeña. Al llegar aquí me inscribí en la escuela Cuba, que estaba en la calle Eusebio Manzueta. Cerca de ahí había un mercado. En mi tiempo libre me iba al Oratorio Don Bosco, que está donde se encuentra el colegio Don Bosco. Eso era grandísimo. Ahí íbamos los domingos alrededor de mil muchachos. Había canchas y espacio para practicar todos los deportes. También había un cine que proyectaba buenas películas. Yo era monaguillo y allí nos catequizaron. Eran tiempos de Trujillo, tiempos complicados, pero tenían ciertas ventajas porque la ciudad no era tan desordenada.

3. Complicaciones
Mi padre estuvo en el exilio y mi madre detenida en la cárcel de La 40. Tuve la fortuna de siempre estar con mis padres hasta el día que fallecieron. No vivía con ellos, pero todos los domingo, infaltablemente, en horas de la tarde iba a su casa, muy difícilmente dejaba de ir. Mi papá se fue al exilio, a Brasil, porque él estaba en un grupo contra Trujillo y lo descubrieron; y al descubrirlo, un amigo de ellos les dijo que salieran enseguida, porque si no lo mataban. Ese mismo día entraron a la embajada de Brasil, y una persona de las que custodiaba la embajada salió herida. A ellos los condenaron a todos a 30 años de cárcel, que no se materializó porque ellos desde la embajada, aunque Trujillo pidió que se los entregaran, el embajador de Brasil se portó muy a la altura y facilitó toda la documentación, los acompañó al aeropuerto y los condujo hasta el avión en que se fueron a Brasil. Luego, se sintieron muy lejos de la República Dominicana y decidieron acercarse más. Y por eso, se trasladaron a Venezuela. Ahí estuvieron los grupos contra Trujillo. Tras la caída de Trujillo, en 1961, y a principios del 62, mi papá regresó al país. Mi mamá y otros familiares cercanos nos hicieron las cosas más fáciles mientras mi papá estaba en el exilio, nos ayudaron a sentirlo menos. Al principio, el cuento que nos hicieron fue que mi papá había tenido que irse a trabajar, primero fuera de la ciudad y después, fuera del país. Cuándo él nos escribía no podía firmar con su nombre y eligió el nombre de José Francisco, no sé si por Peña Gómez. Fue muy difícil, porque mi mamá era mal vista por toda la gente, porque era una dictadura de mucha concentración, y frente a mi casa vivía una familia que era calié.

4. La Dama de Blanco
Mi madre era una mujer sumamente santa. Aunque cada uno dice que su madre es la más santa. Nosotros la llamábamos, La Dama de Blanco, porque mi mamá, por el exilio de mi papá, estaba siendo vigilada y fueron una noche a llevársela. Yo tenía 15 años. Entonces, mi mamá cuando fueron a buscarla, antes que se la llevaran, pidió que la dejaran ir al baño. Ahí se arrodilló y oró. Le prometió a la Virgen que si salía con vida de la cárcel, iba a vestirse siempre de blanco; y así fue, desde su liberación hasta su muerte. Estuvo detenida por poco tiempo y gracias a Dios no le hicieron daño, aunque a la esposa de otro de los que se habían ido con mi padre sí| la torturaron. Por eso siempre la llamé La Dama de Blanco. Murió a los 90 años, hace dos años. Es decir, que vistió de blanco por 57 años.

5. El regreso
Cuando mi papá regresó, ya yo estaba en Jarabacoa, en el Seminario. Recuerdo algo que quizás nadie sabía, lo conté en su entierro, y era que él me había confesado que quería ser sacerdote, pero las circunstancias no se lo permitieron, pero ese era su deseo. Él no estuvo fuera más de dos o tres años. Yo cumplí su sueño de ser sacerdote. La muerte de mi mamá fue muy dura, tú sabes que la madre es la madre. La de mi papá, aunque estaba deteriorado por la edad, en general tenía salud, pero tenía 100 años. Son acontecimientos que te marcan. Mis padres estuvieron casados por 73 años.

6. Reacción
Cuando les dije a mis padres que quería irme al Seminario, no me pusieron ningún tipo de obstáculo, pero mi mamá se sorprendió, y me dijo: “¡pero muchacho de Dios…!”, porque como uno era un poco travieso, ella no esperaba eso. A mí me preparó para el Seminario una señora que era testigo de Jehová, que era como una segunda madre para mí, que vivía frente a nuestra casa. Mis padres estaban contentos con la vocación que yo seguí. La fe es un camino y yo nunca me he arrepentido del camino escogido. Hay momentos en que uno está más fuerte, pero yo te puedo decir que he sido sumamente feliz. No tengo ningún tipo de amargura, nunca he pasado por una crisis feroz.

7. Benedicto XVI
En Alemania, el decano de la facultad era el Papa emérito Benedicto XVI. Él era muy bueno, una persona muy sencilla, un ser humano muy dulce y atento. De ese entonces conservo una carta de él. La universidad es del Estado, es una ciudad muy antigua, desde antes de los tiempos de Cristo. Una ciudad de los Celtas, que está cerca del río Danubio, es la ciudad de Regensburg. Cuando terminé me ofrecieron la oportunidad de irme a ordenar a Roma, con el Papa Pablo VI, que en octubre fue beatificado. Me ordené, vine al país y seguí estudiando y trabajando con los jóvenes. En la UNPHU hice dos carreras, Pedagogía y Derecho. Trabajaba y estudiaba. Empecé a enseñar en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino.

8. La vida: sacrificio y premio
El mayor sacrificio es vivir, pero al mismo tiempo es la paz, es el motivo de satisfacción mayor. Cada uno tiene su propio peso y dificultades. Tengo la fortuna de que a pesar de que estuve 11 años fuera del país, con muy poca comunicación con mi familia, cuando vine a República Dominicana, mis padres vivían en Santo Domingo y los visitaba con frecuencia. Mi papá falleció recientemente, tenía 100 años de edad. De mis hermanos, dos fallecieron; el mayor y otro, que era médico, y falleció no hace mucho, cuatro o cinco meses antes que mi mamá. Mis otros hermanos, una hembra y otro varón, somos gente de iglesia, incluso, ese hermano mío quiso irse al Seminario, pero al final tenía un apego muy fuerte a mi mamá y no fue. Pero hace unos años estudió para diácono y es diácono de la iglesia, y mi hermana es catequista en la Capilla Divina Providencia, o sea que los dos están dedicados al servicio en la iglesia.

9. Docente
Mi experiencia como docente fue muy interesante. Allí había muchos sacerdotes, todavía hay muchos, pero antes se concentraban todos ahí. Recuerdo que tenía aulas de ciento y pico de estudiantes, porque era por ciclos. Estudié Filosofía, seminarios de Marxismo, cuestiones de ese género.

10. La Navidad
Siempre he dicho que yo hubiera preferido que Jesús fuera sietemesino, para que la gente no celebrara la Navidad, porque la gente piensa en todo menos en el acontecimiento de fe, en el nacimiento de Jesús. Se centra más en la celebración del año nuevo. Para mí, sobre la Navidad, si me preguntaran que si declararía día no laborable la Navidad, yo me inclinaría a que no fuera día de fiesta. A la sociedad le falta unidad familiar. La familia se ha ido desvirtuando, y sin familia la persona crece y se desarrolla de una forma totalmente desvirtuada desordenada e infeliz. Solamente cuando uno ha vivido el amor familiar, la atención, el cariño del hogar, puede decir que ha sido realmente feliz. En la familia es donde se aprenden los valores. En mi familia, yo aprendí a amar y a comprender a los demás. A la humanidad le sobra dinero, fiestas, placer por placer, pero le falta mucho amor.

Un seminarista muy estudioso

Me fui al Seminario como aspirante, cuando tenía como 13 años. Yo era monaguillo en Don Bosco; y como una providencia del Señor, un día, de repente se nos ocurrió que queríamos ser como los padres y ese mismo día nos fuimos cinco muchachos. Los padres de ahí eran muy entregados al trabajo juvenil,  siempre atentos de que estuviéramos bien. Éramos como 120 monaguillos y teníamos una organización de monaguillos. De ahí me fui al Seminario Menor, no terminé el bachillerato ahí. Después de eso, hice un año de noviciado con los salesianos en Moca, y luego me fui a Puerto Rico, donde estuve, en principio, tres años, estudiando. Allá terminé la High School, después hice dos años de College, (primera etapa universitaria en Estados Unidos), luego hice un año de estudios de Filosofía. De ahí me fui a Roma y seguí estudiando Filosofía. En Roma, después de tres años, me gradué de licenciado en Filosofía en la Universidad Pontificia Salesiana, en el año 1969. Volví a Puerto Rico y estuve un año enseñando en una de las filiales de la Universidad de Ponce. De ahí, me fui a Alemania y allá obtuve un diplomado en Teología en la Theologische Fachhochschule de Benediktbuern en Baviera, y una licenciatura en Teología, mención Sagradas Escrituras, en la Universidad Estatal de Regensburg. 

Amor
“Sin unión, ni amor familiar, la persona crece y se desarrolla de una forma desvirtuada, desordenada e infeliz.”

Firmeza
“La fe es un camino del que nunca me he arrepentido. Hay momentos en que uno está más fuerte, pero yo te puedo decir que he sido sumamente feliz”.

La vida
El mayor sacrificio es vivir, pero al mismo tiempo es la paz, es el motivo de satisfacción mayor. Cada uno tiene su propio peso y dificultades”.

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