“Mi mayor satisfacción es salvar la vida a un ser humano”

El doctor Rafael Sánchez Español está plenamente convencido de que de la precariedad nace la creatividad. Le consta que cuando…

El doctor Rafael Sánchez Español está plenamente convencido de que de la precariedad nace la creatividad. Le consta que cuando se quiere alcanzar la meta no hay obstáculo que lo impida; sus vivencias son un ejemplo de ello. Hoy el presidente del Consejo de  Administración  y director del Hospital Metropolitano de Santiago (Homs) recuerda los momentos más transcendentales de su vida.

Sánchez Español cree que proyectos médicos como el Homs deberían  ser imitados en otras regiones del país.  Hace un llamado a los empresarios, para que además de producir riquezas, inviertan en un servicio tan vital para el desarrollo. “Soy de las personas que me levanto diariamente a sumar y no a restar, con frecuencia multiplico y nunca trato de dividir. Entiendo que la mejor inversión que hago es servir a los demás. Puedo asegurar que, sin hacerlo con premeditación,  es la inversión que tiene la mayor y mejor tasa de retorno: el reconocimiento. Lo que más disfruto es salvarle la vida a otro ser humano. Hay pocos privilegios como ese”, afirma con orgullo.

1. Amo a Tenares y Santiago
Siempre digo que Tenares es mi pueblo, mi niñez  transcurrió en este municipio del que conservo gratos recuerdos. Y en estos tiempos añoro su gente buena. Transcurrido el tiempo, me he dado cuenta de que Santiago es mi ciudad. Amo la Ciudad Corazón y me siento orgulloso de que mis hijos sean santiagueros y de que al cumplir tres décadas de servicio ininterrumpido en mi ciudad y mi región se me haya declarado “Hijo Adoptivo de Santiago”.

2. Mis días de niño
Mi niñez transcurrió durante la última década de la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, y como tal, pude crear la conciencia que tengo hoy de aquella época. Eran tiempos difíciles, pero existía en Tenares tanta gente noble que, sin duda, contribuyeron a que mis vivencias fueran muy agradables. Tuve la inmensa fortuna de nacer en un hogar humilde, pero maravilloso, en donde el amor y la abnegación de mis padres hacían, la mayoría de las veces, imperceptibles las carencias materiales.

3. Mis padres
Aunque ya no están, vivo eternamente orgulloso de ellos: Efraín Sánchez Javier y Bibiana Español Yapor, me inculcaron a mí y a mis hermanos, Teresita, Efraín, Héctor y Sobeyda, los buenos valores.  De mi padre me enorgullece su honradez, su humildad y su nobleza de espíritu. De mi madre, ella fue lo máximo. Como escribió el gran científico Albert Einstein: “La obra  suprema de la creación es el corazón materno”. Mi madre fue un monumento a la tenacidad y a la perseverancia.

4. Una anécdota
Era el año 1960, recuerdo que “El Jefe” asistió al acto inaugural en la escuela de mi pueblo natal, éramos más de un centenar de alumnos. En correcta formación, con uniforme y corbata, permanecimos a pleno, sol de pie, por más de dos horas esperando la llegada del “Benefactor de la Patria”, y  nuestro director, el profesor Cruz Portes nos sermoneaba diciéndonos que no nos preocupáramos, que nosotros no éramos ni de sal ni de azúcar para que nos derritiéramos, exhibiendo así una exagerada adulonería con el tirano. Sin embargo, poco tiempo después, al caer el régimen con el magnicidio, se supo que él era, en la clandestinidad, el principal líder del Movimiento 14 de Junio de mi pueblo.

5. Mis estudios
Es bien sabido que la sapiencia y la creatividad surgen de la necesidad. Como en todo, para alcanzar una profesión que sea exitosa hay que fajarse y sacrificarse: tuve que caminar varios kilómetros a pie para recibir docencia, resumir los libros en la biblioteca de la UASD por no tener con qué comprarlos, estudiar con velitas, entre otras vicisitudes, y así pude graduarme con honores  y seguir adelante. Mi objetivo siempre fue tratar de alcanzar la brillantez, superando los obstáculos y la precariedad. Me gradué de médico en el año 1977, y de 1978 al 1982 hago mi especialidad como cirujano general en el Hospital Luis E. Aybar. Mis condiciones económicas me impidieron especializarme fuera del país;  sin embargo, estoy orgulloso de haberme formado aquí como cirujano, agradezco a muchos médicos, quienes me regalaron su conocimiento. A ellos, a mi sacrificio y a mi autoformación se debe el seguir con mi labor docente para formar nuevos cirujanos, pero sobre todo, tener la satisfacción y el privilegio de salvar la vida o devolverle la salud a miles de seres humanos. ¡Creo hay pocas satisfacciones como esa!

6. Un paso trascendental
En mi desarrollo profesional y humano, fue básico haber sido llamado en junio del año 1982 para venir a laborar como cirujano al Hospital José María Cabral y Báez de Santiago. Esta institución, que brinda un servicio inconmensurable a la población, me permitió desarrollar todas mis potencialidades en la docencia, en la cooperación institucional y en mi práctica quirúrgica. Una decisión crucial en mi profesión como cirujano fue montarme en el año 1990 en la onda de la tecnología, para desarrollar en mi país la cirugía laparoscópica y los procedimientos de cirugía de invasión mínima, cuando en nuestro país y muchas partes del mundo se dudaba de su efectividad y sus beneficios.

7. Lo más importante
Lo más importante para mí es mi familia. Todo comenzó en el año 1982 cuando conocí a Brígida, mi esposa, de quien puedo decir es mi mayor tesoro. Ella es mi compañera, mi sustento….la madre de mis hijos. Y como PapáDios no se equivoca, es médico, para que sea mi apoyo y complemento ciento por ciento. El nacimiento de mis hijos, Patricia, Héctor y Virginia fue todo un acontecimiento. Cada vez que supe la noticia de de la llegada de cada uno, me embargó un sentimiento único y diferente.

8. Mi madre: El ser más excepcional
Han transcurrido 17 años de su partida, y aún no logro asimilar su ausencia. (Al hablar de su madre las lágrimas se asoman a sus ojos, no puede evitar el llanto. Hace una pausa y con voz entrecortada pide una tacita de café. Luego, con suave voz y visiblemente emocionado, prosigue con nuestra conversación). Bibia, cariñosamente, es el ser más  excepcional que he conocido. Poseedora de las virtudes más excelsas, con una capacidad increíble de obtenerlo todo a partir de la nada, un ser humano capaz de mezclar amor y tenacidad. Desde niño me inculcó su pasión por la medicina y el servicio a los demás. Hablo de ella en presente porque todo lo que soy, y a diario realizo, se debe principalmente a ella, a quien amo con toda mi alma.

9. Una adversidad
A veces la vida suele ser irónica, porque siendo yo cirujano terminé en el quirófano. Me afectó una enfermedad cardíaca motorizada por el estrés que provoca la responsabilidad ante aquellos que han confiado en ti; pero además, por tanta incomprensión e inconsecuencia. Esto casi me provoca la muerte; sin embargo, gracias a Dios, a la ciencia y a mi familia logré vencerla, lo que me ha permitido seguir con mi profesión y con el sueño de contribuir a mejorar la medicina.

10. Una distinción
Ser miembro de la Junta de Directores de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, una institución que contribuye con sus ideas y prestigio al desarrollo de la República Dominicana, y pertenecer a la Asociación para el Desarrollo de Santiago (Apedi). Pertenecer a estas dos prestigiosas instituciones es algo que me llena de orgullo y satisfacción.

Cuando muchos no confiaban

Cuando surgió la idea de crear el Hospital Metropolitano de Santiago, debimos  superar muchos obstáculos y adversidades. Debimos vencer el escepticismo y resistir la oposición de mucha gente que sin conocer a los promotores de la idea, se oponían al surgimiento de una institución como el Homs, un centro de salud que  ha llegado a ocupar un lugar prominente en el desarrollo de la medicina dominicana, que alcanza con sus servicios a todos los sectores sociales.  Sin embrago, pese a todos los vaticinios negativos, cerré los ojos, los oídos y seguí adelante.

Transcurrido cuatro años, puedo asegurar que en esta institución todo ha obrado para bien; teniendo un auge sin precedentes en la historia de la medicina dominicana gracias al apoyo del sector médico unido al empresariado de Santiago, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y la participación como accionista en su etapa inicial del Estado dominicano.

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