“La música ha sido siempre mi mayor fuente de inspiración”

Con una sonrisa de satisfacción, Elsa Núñez Castillo recuerda que su pasión por la pintura nació cuando apenas tenía cinco años de edad.

Con una sonrisa de satisfacción, Elsa Núñez Castillo recuerda que su pasión por la pintura nació cuando apenas tenía cinco años de edad. En ese entonces le encantaba garabatear las paredes de su hogar, por lo que su padre decidió comprarle los materiales necesarios para que diera riendas sueltas a su arte, sin imaginarse que de adulta, su hija se convertiría en una de las artistas plásticas de mayor renombre del país.

En la actualidad, doña Elsa se encuentra inmersa en los preparativos de una retrospectiva para festejar sus 50 años en el mundo artístico, a inaugurarse el próximo cinco de junio hasta el 25 de agosto, en el Museo de Arte Moderno, pero en esta ocasión ha hecho un aparte para compartir con los lectores de elCaribe algunos de los momentos inolvidables de su vida.

1. Mi niñez
Fue muy feliz, éramos 12 hermanos, entre hembras y varones, siempre compartíamos en familia y nos dividíamos los juegos. A pesar de que yo en particular era introvertida y no me gustaba compartir con las demás personas, me llevaba de maravillas con mi hermana Violeta aunque yo era nueve años mayor.  Éramos muy afines y compartíamos todo.

2. Mis padres
Guillermina Castillo de Núñez, mi madre, fue profesora de Economía Doméstica, enseñaba a las muchachas a cocinar y a desempeñarse en los quehaceres de la casa, también alfabetizaba adultos, labor en la que mis hermanas y yo le ayudábamos. Mi padre Ramón Antonio Núñez, era un militar de carrera, pero luego se retiró. Él alfabetizó a cada uno de sus hijos antes de que entráramos a la escuela. Me siento muy orgullosa de ellos porque nos enseñaron, tanto a mí como  a mis hermanos, el valor de la honestidad, honradez, autenticidad, el amor al prójimo y, por sobre todo, el amor a Dios.

3. Mis estudios
La primaria la realicé en el colegio María Auxiliadora y como no daban bachillerato, pasé al Instituto para Señoritas Salomé Ureña, donde tuve un cuerpo de profesores extraordinarios, eran verdaderos maestros por vocación.

Luego, mi padre deseaba que cada uno de sus hijos obtuviese una carrera universitaria y por complacerlo me inscribí a estudiar Filosofía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) porque me gusta mucho leer. Paralelo seguí mis estudios en Bellas Artes, donde había permanecido en pintura desde los doce años. Allí conocí a grandes amigos como, Cándido Bidó, Leopoldo Pérez  (Lepe), Iván Tovar y Rincón Mora, entre otros. Yo era la única hembra del grupo y ellos me cuidaban y me respetaban mucho.

4. Mi primera exposición
Cuando terminé mis estudios de pintura, yo estaba muy nerviosa por el tema de mis pinturas, eran muy dramáticas,  tenían las imágenes de mujeres desvalidas, con vestimentas negras, los colores  eran monocromáticos, incluso le pedí a todos los invitados que asistieran vestidos de negro o blanco.  Hasta el profesor se vistió de negro. Me asombré muchísimo de la aceptación que tuvieron mis obras entre los coleccionistas e inclusive hasta los críticos de arte de los periódico hicieron comentarios que me llenaron de alegría.

5. Me enamoré
El amor llegó a mi vida cuando conocí a mi esposo Ángel Haché. Él también es artista plástico y en 1965 participó en una exposición para aficionados. Yo era miembro del jurado junto a Leopoldo Pérez (Lepe), Cándido Bidó y Aquiles Azar; eran tres premios, pero habían cuatro obras, todas muy buenas, no podíamos dejar una afuera y decidimos crear un cuarto premio, y éste lo ganó Ángel. Él dice que yo se lo di porque estaba interesada en él (ja,ja,ja), pero en realidad fue una decisión de todos. Luego, sus padres lo enviaron a estudiar a España, desde allá me escribía y me enviaba poemas, pero nunca me decía que estaba enamorado de mí. También me decía que me fuera para España que me iban a gustar mucho los museos y las pinturas de los grandes artistas que allí se exhiben, a lo que accedí. Esto fue en 1970. En unas vacaciones él vino al país y yo me quedé en España, de regreso fuimos a visitar Londres y por fin allá se me declaró (ja,ja,ja), me regaló un anillo que había sido de su abuela, y en 1973 volvimos a República Dominicana y nos casamos. Ya tenemos 39 años de feliz unión.

6. Un ejemplo a seguir
El maestro Gilberto Hernández Ortega fue para mí casi como un padre, además de los conocimientos de pintura que me dio, también me enseñó a apreciar la música clásica y varios aspectos culturales. Tengo una obra dedicada a él, también le hice un retrato que lo voy a exhibir en mi retrospectiva aniversario.

7. Ser artista
Gracias al apoyo incondicional de mis padres, hermanos y mi esposo Ángel, he tenido el privilegio de convertirme en la artista que soy en la actualidad, pero por sobre todo le doy gracias a Dios por haberme concedido este don.

También el haber tenido unos extraordinarios profesores que desde un principio me estimularon para lograr transmitir, a través del lienzo, mis sentimientos e inquietudes y, porqué no, mi dolor por la patria herida tantas veces.

8. Ser maestra
Ha sido motivo de gran satisfacción, en especial haber trabajado con niños. Inicié esta labor cuando regresé de Madrid, fui enviada a Bellas Artes a impartir clases de bodegones y dibujo,  trabajé con adolescentes que tenían muchas inquietudes, pero eran muy pobres, yo tenía que tomar el dinero de mi sueldo para comprarles materiales, porque no tenían con qué. Luego, dejé de dar docencia allí y comencé a laborar con niños, junto a Ángel, en unos talleres de creatividad artística que dábamos en Casa de Teatro. Después, nos llamaron del Museo de las Casas Reales, luego impartimos unos  talleres organizados en el Museo de Arte Moderno, en el club del Banco Central y en Casa de Teatro.

9. Un reconocimiento
A lo largo de mi carrera he recibido importantes reconocimientos, pero para mí el más importante fue el que me otorgaron cuando terminé mis estudios. En Bellas Artes se realizó una exposición y mi pintura “Mujeres Tristes”, obtuvo el primer lugar. Esa fue la primera distinción a mi obra.

10. Real Academia de San Fernando
Cuando me gradué, mis padres me enviaron a Madrid a realizar un postgrado, yo recibí una gran ayuda del señor González Robles, director del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. Él me dio una carta de recomendación para que la llevara a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, este es un instituto muy exigente y allí han estudiado los mejores artistas del mundo, hay que dominar muy bien el dibujo para entrar. Yo participé junto a 145 estudiantes y fui seleccionada junto un grupo aproximado de 40 que quedaron.

Un gran amigo
Cándido Bidó fue como mi hermano. Cuando él partió de este mundo sentí como si hubiesen desprendido algo muy grande de mi ser”.

Perder un ser querido
Mi hermano Rafael Núñez Castillo, incluso hice una pintura en su honor que lleva por nombre “Homenaje a mi hermano muerto”.

Identidad
Mi mayor anhelo es que se reconozca el arte dominicano a nivel internacional, pues muchos confunden nuestras pinturas con las haitianas.

Talento criollo
Me siento muy orgullosa del trabajo y el talento de los artistas plásticos jóvenes, muchos de ellos fueron mis alumnos”.

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