“Nosotros pedimos del Estado que no estorbe”

Nacido en Guayabal, Santiago, el 15 de enero de 1942 y consagrado obispo el 22 de junio de 1991, monseñor José Dolores Grullón…

Nacido en Guayabal, Santiago, el 15 de enero de 1942 y consagrado obispo el 22 de junio de 1991, monseñor José Dolores Grullón Estrella asume como suyo el Sur, una región en la que trabaja para cambiar la visión de hombres y mujeres. “Estamos desarrollando un pueblo”, dice, en referencia a la importante participación de las comunidades en los procesos de desarrollo de obras de bienestar social y espiritual.

¿Cuántas provincias cubre su diócesis?
Azua, San Juan y Elías Piña, con 514 mil habitantes. Tenemos  35 parroquias y 38 sacerdotes. Pero la fuerza grande está en los laicos, que son los que realmente mueven a la Iglesia, porque 38 sacerdotes no hacemos gran cosa, un obispo no hace gran cosa… En la familia y en las comunidades es que se fraguan los líderes. Tenemos 1,200 comunidades y el 80% tienen sus consejos comunitarios que realizan trabajos en lo humano y lo religioso. Tienen que resolver los problemas de alimentación, si hay, o de deforestación. Hacer acueductos y cambiar los fogones del suelo por estufas Lorena.

Se le ve como activista del desarrollo, ¿cuáles son las necesidades que el Gobierno debe atender en su zona?
Todo sacerdote debe bregar por los asuntos sociales y religiosos. Se me ve activo en lo social y en lo religioso. En el aspecto religioso hemos bautizado a la mitad de la población, a más de 250 mil personas. Hemos logrado bajar de 34% a 7% el número de personas sin declarar.

¿Cómo miden eso?
Ahhh… Hacemos un censo todos los años. En el aspecto humano medimos los niños que mueren antes de seis años, los que no están declarados, los que no van a la escuela, los analfabetos, las casas sin sanitarios, la deforestación y si la familia tienen verduras. En el aspecto religioso medimos los que nos faltan por bautizar, los que todavía no están casados por la Iglesia, las familias que no rezan. Ese censo lo tiene el Consejo de cada comunidad y es su instrumento de trabajo.

¿No es asumir funciones, que positivas, atañen al Estado?
Eso nos toca a nosotros. La parte espiritual. Un pueblo se desarrolla trabajando. El Estado debe trabajar, pero la labor de conciencia y de educación, esa es la labor de iglesia. Porque lo que estamos es formando un pueblo y esa es la labor de la Iglesia. El sacerdote está hecho para formar y dirigir un pueblo sacerdotal. Un pueblo que busque lo humano y lo social, la dignidad de la persona humana. Esa es la misión de un sacerdote. No es rezar ni nada de eso. No. Entonces, la Iglesia interviene en todo. La Iglesia tiene su medio de comunicación… Lo que nosotros pedimos del Estado es que no estorbe. No que no haga, sino que no estorbe. O sea, si una comunidad quiere hacer un caminito, un acueducto, ¿qué es lo que pedimos?, que no estorben. Porque a veces las comunidades quieren hacer algo y no pueden. La gente quiere declararse, pero son tantos los requisitos que pone la Junta Central Electoral (JCE), que eso es un estorbo. Obstaculiza. La gente quiere hacer un acueducto, pero quizá puede venir Medio Ambiente y decir: “No, aquí no”. Que diga lo que hay que hacer, pero que no estorbe. Hemos hecho 260 kilómetros de caminos vecinales. Claro ahí hemos tenido apoyo de todo el mundo. Queremos, como Iglesia, educar un pueblo para que logre él mismo su propio desarrollo. Porque cuál es la mentalidad del Sur: “nosotros no podemos, hágannos”. ¿De dónde sacaron eso?, de cientos de años. Los políticos van allá diciéndoles: “les vamos a hacer, les vamos a hacer…”, y siempre están con la esperanza de que les van a hacer. Entonces, cuando llega la Iglesia también: “hágannos, hágannos”. Y yo les dije: “no, eso se acabó. Organícense y luchen a ver qué ustedes pueden hacer. Ahora ustedes verán que Dios va a estar con ustedes y van a encontrar muchas manos amigas que les van a ayudar a encontrar su desarrollo”. Por eso hay obras, acueductos que son para mil 500 familias, de 14 millones de pesos y ellos han aportado tres millones.

¿A qué puede aspirar la sociedad de estas elecciones?
En unas elecciones debe haber un clima de democracia, que cada persona sea respetada en sus principios. O sea que el que es de un partido debe ser respetado. Yo puedo violentar a  la otra persona de mucha manera: acosándola, tomándoles  a los dirigentes presos, metiéndoles drogas a sus dirigentes, comprándolos o tratando de comprarles.

¿Qué piensa de los que cambian de partido?
Esperamos democracia, que la gente no se compre, que no se venda, que no venda su voto, que no venda su cédula. Democracia quiere decir que se respete la voluntad de cada persona en su decisión. Pero ahora es un ataque directamente y buscando y buscando de lado y lado. Estamos celebrando 50 años de elecciones democráticas, 50 años, quiera Dios que mantengamos esto. Porque para esto hace falta que haya una Junta Central Electoral que sea democrática, que pueda impartir justicia, que no se ponga de ningún lado, un Tribunal Contencioso Electoral también que sea justo, que pueda hacer justicia, pero ahora la gente se compra y se vende por cualquier cosa y ese es el peligro de que pueda estropearse la democracia y nosotros no estamos para eso. l

Semana Santa
El Papa nos ha dicho  para esta Cuaresma que estemos pendientes de los demás y les tendamos las manos en todo lo que haga falta”.

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