Los Bulls logran una victoria ante Miami y las reacciones no se dejaron esperar. Cuántos comentarios en contra de los actuales campeones de la NBA, especialmente sobre su buque insignia, LeBron James.Apenas va un partido de una semifinal de conferencia que nadie se atreve a vaticinar que será cómoda, pasada por agua, como digamos la de San Antonio contra los Lakers o el mismo Miami ante Milwaukee Bucks. No puedo desperdiciar la oportunidad de saludar a Brandon Jennings doquiera que se encuentre vacacionando cortesía del Heat.
Retomando el tema, Bulls y Miami no se gustan para nada. Me atrevo a decir que si, en un momento determinado, les tocara el mismo hotel tomarían ascensores diferentes.
No importa la cantidad de partidos que se tome para concluir la serie, ambos conjuntos competirán hasta el final, habrá contacto, miradas cortantes y otras señales de que son “enemigos cordiales”.
No me sorprendió que la manada de Tom Thibodeau le jugara tan bien a Miami. Lo han hecho siempre. Aunque les falte personal o Luol Deng, uno de sus mejores defensas, esté hospitalizado.
La historia está ahí. Un repaso basta para comprobar que se han enfrascado en batallas brutales.
Algo que comprobé es que LeBron es de esas figuras que son odiadas o seguidas.
Me parece un exceso que juzgaran tanto a LeBron por ese primer juego ante Chicago, cuando en verdad lo que manda el manual es conceder crédito al que ganó. El final de la serie es otro escenario que permite análisis y señalar culpables.
Falta mucho por jugar. Recuerden que es el mejor de la NBA y que las últimas veces que ha sido provocado, el resto de la liga ha pagado por ello.
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