Hace unas cuantas semanas, junto al laureado escritor y novelista Mario Vargas Llosa, llegó -muy discretamente escoltado- a uno de los más frecuentados restaurantes del ensanche Piantini, en la capital, el presidente Leonel Fernández, llamando obviamente la atención de parroquianos de ocasión y comensales habitue del establecimiento, a muchos de los cuales el exmandatario saludó hasta llamándoles por sus nombres, antes y después de la animada conversación, extensas sonrisas incluidas, con el Premio Nobel de Literatura. Días después, en la reunión latino-europea de jefes de Estado, que tuvo lugar en Santiago de Chile, su nombre sonó de nuevo al ser reconocido por sus aportes a la convivencia pacífica y al diálogo en la región. Más tarde, el líder del Partido de la Liberación Dominicana se la lució al exponer en un importante evento en la capital cubana y ocupó titulares de portada en muchos medios locales al reunirse allá mismo, en La Habana, con el presidente cubano, Raúl Castro, dialogando sobre temas actuales de interés bilateral, de acuerdo a lo reseñado sobre el encuentro. Sin hablar de su discurso en el acto del PLD en el Parque Independencia, honrando al patricio Juan Pablo Duarte en ocasión del bicentenario de su nacimiento. Mucha actividad de El Príncipe, al margen del laborantismo político-partidario. Y después no quieren que uno lo diga. ¿Eeeh..?
Sensatez
Aún cuando en todo conflicto el fanatismo llega a perturbar el enfoque y visión de algunos políticos, siempre habrá de aplicarse la regla de la(s) excepción(es). De eso no hay ninguna duda. En los grupos que pugnan (¡y de qué manera!) hacia lo interno del Partido Revolucionario Dominicano, hay gente con posiciones sensatas, que jamás alcanzan el radicalismo fundamentalista de otros. Lo lamentable es que esas voces no son escuchadas, o más bien, quienes están en pleito no las dejan oír. Es muy difícil, sin embargo, que posiciones prudentes como las de Alfredo Pacheco y/o Guido Gómez Mazara ganen terreno en esta lidia. ¡Qué pena…!
