Leonel, Bosch y la gratitud

Da la sensación de que se vive en dos mundos. Uno es el real, el que se vive día a día en la República Dominicana, y el…

Da la sensación de que se vive en dos mundos. Uno es el real, el que se vive día a día en la República Dominicana, y el otro es el ideal, el que el día a día les impide que puedan sobrevivir.

Pienso que fue en ese dilema en el que el expresidente Leonel Fernández se desenvolvió en sus primeros cuatro años (1996-2000) de ensayo gubernamental y luego en los ocho (2004-2012) consecutivos en que aplicó lo aprendido. Decir ahora que el todopoderoso Partido de la Liberación Dominicana debe volver sobre los pasos ¿perdidos? de los ideales del profesor Juan Bosch deja una sensación rara en el paladar.

¿No practicó Bosch con el ejemplo? Una crítica permanente a Fernández fue que sus gobiernos no se parecían en nada a Bosch. A muchos nos dolió ver, incluso, que por respuesta él enarbolaba el ideal Vincho-Balaguerista (¡Repréndelo, Señor!).

Y ojalá el Señor lo reprenda. Porque si es como se vislumbra en el horizonte cercano, dentro de cuatro años es probable que un rugido de león se oiga en los pasillos de la casa presidencial. Entonces ya estaría en condiciones de continuar un gobierno guiado por los ideales del maestro, pues según la evocación de Danilo, le cogerá la delantera.

Bueno, eso se espera si es que, como una buena obra de gobierno se hace con mucho dinero y según el cuento de los dos gallegos Danilo solo encontró facturas vencidas.

Ojalá el boschismo no se vaya en el paquete aquél que hay que olvidar porque el Mercedes 600 de la campaña no acelera tanto.

El presidente se ha cuadrado bonito y hay que alentarlo a que eche el pleito y salga bien parado. Pero eso sí, que no haga como el ingrato que insinúa que quien lo subió al palo lo dejó a mano pelá, porque para “gaviarse”, tremendo empujón que le dieron esas las facturas que encontraron los gallegos en el maletín.

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