Los días de lluvia, no todo es malo

Es verdad que los días de lluvia suelen dificultarlo todo. Salir de la casa se hace sumamente difícil, pero… la vida continúa…

Es verdad que los días de lluvia suelen dificultarlo todo. Salir de la casa se hace sumamente difícil, pero… la vida continúa su agitado curso y, para quienes deben salir a trabajar, un torrencial aguacero, por intenso que sea, no debe ser excusa para faltar a su trabajo.

Fuera de todas esas complicaciones, los días de lluvia me llevan de nuevo a mi infancia. Es algo inevitable. Cierro los ojos y me veo rodeada de todos mis hermanos. Allí no falta ninguno, ni aquel que se fue a destiempo. Comenzamos a jugar, a reírnos y a mirar por las ventanas el río que corre por la calle.

Dentro de la casa, mi madre trata en vano de tranquilizarnos. Somos muchos y todos muy inquietos. La lluvia no nos permite jugar afuera y el espacio de la casa se hace pequeño para tantos chiquillos jugando por todos lados. (Ahora pienso que mami debía estar loca porque dejara de llover).

Recuerdo que nos tranquilizaba contándonos historias fantásticas, y nosotros, muy atentos, seguíamos sus relatos sin perder ni un solo detalle. Según ella, se trataba de situaciones verídicas contadas por su abuela. Pero al abrir los ojos, la realidad es otra; me veo en el espejo y ahora soy yo la madre, pero una madre que no puede darse el lujo de quedarse en casa repitiendo la historia que me hacía mami.

Esta madre debe salir a trabajar, desafiando las inclemencias del tiempo. Pero, también, al abrir los ojos y ver en las noticias las humildes casas de los residentes en las zonas vulnerables, anegadas de agua y en sus caras se percibe la profunda tristeza de haber perdido lo poco que tenían y que para ellos lo era todo, no puedo evitar contagiarme de su tristeza y pienso que quizás es mejor refugiarme en la niña que junto a sus hermanos disfrutaba las historias de su madre con la música de fondo de un torrencial aguacero, pues me hace olvidar, por un rato, la desesperación y tristeza de las familias dominicanas a las que la fuerza de las aguas le arrasan su humilde patrimonio.

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