Los Fantasmas del Teatro

No sé exactamente qué tienen de especial estos recintos que tantas y tantas personas tienen, en un momento u otro, algo que contar al…

No sé exactamente qué tienen de especial estos recintos que tantas y tantas personas tienen, en un momento u otro, algo que contar al respecto.

Yo no soy científica ni experta en la materia, pero tengo una teoría y es que son espacios en los que se liberan energías de todos los niveles, por lo que vienen siendo como un tipo de magneto para todo tipo de energía que este rondando cerca, tanto “viva” o de nuestra dimensión, como “muerta” o de otra dimensión. Por eso pienso que son lugares, vamos a decir, más sensibles que otros.

Casi todos mis compañeros y colegas tienen sus propias experiencias y anécdotas que contar; por supuesto, es el tema favorito de todos los ensayos, shows y obras cuando estamos juntos. Una de las historias más popular es que en los pasillos, de Bellas Artes sobre todo, se escuchan voces declamando poemas o de tenores y sopranos cantando. También es muy común que en los camerinos te susurren al oído o te llamen por tu nombre. Por supuesto, están los famosos espacios fríos y la sensación de que nunca estás sólo. Ahora les cuento las experiencia que yo tuve.

Dicen que el tercer piso del Teatro Nacional, que es dónde se encuentra el salón de ensayos, es uno de los puntos de más actividad paranormal. Puede que sea cierto, pues aquí es donde tuve mi primer encuentro con el “más allá”. Era de noche, se había terminado el ensayo y estaba caminando hacia la puerta para salir del salón. Afuera no había nadie, sólo un señor a mi derecha sobre una escalerita, arreglando un bombillo de una de las columnas del lado de las ventanas que dan hacia el parqueo. Llevaba puesto unos jeans con una camisa azul claro. Lo que pienso es: ¡Por fin están cambiando los bombillos quemados! Cuando levanto la cabeza para saludar al señor, ¡No estaba ahí! Desapareció. Pero yo lo ví clarito y detalladamente. Luego me entero, en otro de nuestros intercambios de anécdotas con mis compañeros, que mi hermana presenció el mismo señor, cambiando el mismo bombillo, con la misma ropa y en el mismo lugar; pero a ella le había pasado en otro momento, incluso en otro año y no sabíamos que habíamos tenido la misma experiencia. Un tiempo después, supe que muchos años atrás, un tramoyista del teatro había muerto allí, cambiaba luces y el uniforme de esa época era jeans con camisa azul claro. Me puse fría como un hielo.

Pero a pesar de todos esos cuentos y experiencias fascinantes y aterradoras, no siento miedo. Siempre que estoy en mi teatro me siento en paz, feliz. Por eso pienso que son “seres” si lo son, que están ahí, porque entregaron literalmente su alma al teatro a través de los años, como lo estamos haciendo nosotros ahora, nos cuidan y se encuentran en su verdadero hogar. 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas