Los farsantes son seres hechos de átomos orgánicos mutantes, provenientes de un universo expandido a partir de un inmenso agujero negro, donde espacio y tiempo tienen dimensiones cósmicas opuestas a las nuestras, donde verdades y mentiras tienen signos matemáticos invertidos, y donde la calumnia y la perversidad fueron engendradas en la oscuridad de la maldad.
Los farsantes existen desde antes del Big Bang, expandiéndose por todo el cosmos a partir de la singularidad, y cuando Dios dijo hágase la luz era porque ya ellos dominaban la oscuridad, cuando Dios hizo el mar de aguas dulces ellos lo llenaron de salinidad, cuando Dios hizo las rosas de la solidaridad ellos les pusieron espinas de iniquidad, cuando Dios hizo los primeros frutos sanos ellos les impregnaron toxicidad, cuando Dios hizo los animales dóciles ellos les transmitieron ferocidad, y cuando Dios hizo al hombre bueno ellos le inyectaron su venenosidad y su falsedad.
Los farsantes crecieron y se multiplicaron en este planeta Tierra, donde se sienten con autoridad para ignorar todas las leyes, incluyendo la ley de la gravedad, no respetan a nadie y mucho menos a la autoridad, insultan a todo el mundo como parte de su cotidianidad, y a diferencia de Isaac Newton que al ver caer la manzana reflexionó sobre las causas de esa realidad, los farsantes presionan a gobiernos y a la sociedad para que acepten su tesis con portada de anti verdad, sabiendo que es muy distinta a la realidad.
Fue así como los farsantes de la Iglesia medieval calumniaron y excomulgaron a Galileo por su tesis sobre la heliocentricidad, los farsantes ingleses injuriaron a Charles Darwin por explicar la forma en que evolucionaron las especies hasta llegar a la actualidad, los farsantes alemanes contradijeron a Albert Einstein por su teoría de la relatividad, y los farsantes dominicanos expulsaron a Juan Pablo Duarte por defender la independencia y la nacionalidad.
Los farsantes llegan a ti y gentilmente te dan la mano, te dicen que te aprecian, que te respetan, y que eres su hermano, que están en tus apogeos y en tus perigeos, pero sólo mientras te necesitan para cumplir sus deseos, mientras eres útil a sus intereses ateos, mientras les sirves como hacha de pedernal que corta el cuello en ritual, mientras eres moneda con poder para comprar lo que quieren tener, mientras eres leña de ignición para santa hoguera de inquisición, mientras te usan como espada templaria para atravesar la piel del enemigo infiel, y mientras les sirves de parachoques blindado frente al tren del poder odiado; pero si te colocas del lado de la ley, y del lado de la verdad, te calumnian frente a la sociedad, te etiquetan con la mentira de la alta traición, y ya mereces la inquisición, aunque nunca critican sus propias fuentes de producción.
Los farsantes son simuladores disfrazados de buenos oradores, son políticos agachados en espera de ser enganchados, te abrazan durante la última cena para que no percibas que traman tu condena, te venden en tu ausencia y luego te dan el beso de Judas para la entrega, te llevan al patio de Caifás, te acusan de mentir, te acompañan a donde Pilatos, prefieren a Barrabás, te ponen corona de espinas, te escupen, te hacen cargar la cruz y luego te suben a ella, te quitan la sed con vinagre, te matan, luego te bajan, te llevan al sepulcro y oran por ti y por el descanso eterno de tu alma, luego te reconocen como hijo de Dios y vuelven a matar en tu santo nombre.
Conózcalos. Esos son ellos. Los farsantes
