Los jarrones y floreros son de los elementos decorativos más difundidos y utilizados a la hora de aportarles un toque original a los distintos espacios.Si existe un elemento de la decoración del que no se puede prescindir por su versatilidad y por la gran variedad que existe, es el jarrón. Madera, cristal, cerámica, porcelana, hierro forjado… Muchos son los materiales con los que hoy en día se elaboran los jarrones, pero resulta esencial saber cuándo conviene que estos brillen por sí solos o, si por el contrario, ayudaría destacarlos con un arreglo floral llamativo, pero discreto.
Como norma general, si nos encontramos en una sala de colores claros, es recomendable optar por jarrones de tonalidades fuertes o complementarlos con flores muy coloridas, mientras que si la estancia tiene muebles oscuros, pero está bien iluminada, lo ideal es recurrir a floreros de cristal , por la luz que proyectan. Los floreros de barro pueden ofrecernos acabados tipo cerámica o porcelana verdaderamente exquisitos para dotar a los rincones apagados de un engalanamiento único. Servirían de excusa perfecta para redondear lugares altos o media altura, siempre y cuando su forma hable por sí misma y su color atraiga a la vista. Existe cerámica pintada con multitud de motivos: cenefas, líneas, geometrías, collage, mezclada con cristales o espejos. La porcelana fina en jarrones de dimensiones grandes será muy adecuada a la entrada de las casas; en los recibidores, y también en los pasillos.
Un capítulo aparte merecen los búcaros de cristal. La elegancia que les confiere el vidrio otorgará una pincelada de aire refinado a cualquier ambiente. Podemos aprovechar su carácter traslúcido para mostrar en él pequeñas piedras mezcladas con arena, conchas y caracolas o cualquier otro efecto de relleno que imaginemos.
