El rechazo a la decisión del Gobierno del presidente Pedro Santana, de anexar la República a España, se expresó desde que circuló la versión de que sería proclamada, como en efecto lo hizo el 18 de marzo de 1861. El día 4 del mismo mes de marzo, Santana había comunicado su decisión a funcionarios oficiales y personalidades de la sociedad, pero en la población el acto se consideró inaceptable. El Gobierno de la Anexión fue represivo desde el primer día. Sin embargo, su violencia no pudo impedir la resistencia y el repudio. El 2 de mayo de 1861, José Contreras y Cayetano Germosén, encabezaron la toma del cuartel español de Moca. Tras la recuperación fueron fusilados. El 4 de julio de 1861, fueron fusilados en El Cercado, el prócer Francisco del Rosario Sánchez y un grupo de sus compañeros que habían entrado por Haití para luchar por la restauración de la independencia dominicana. El sacrificio de los próceres sirvió de abono. El 16 de agosto de 1863, comenzó en el Cerro de Capotillo, la Guerra Restauradora, la cual culminó con el rescate de la soberanía nacional. Según un informe militar, el 16 de agosto “los revolucionarios dominicanos” aprovecharon que el Gobierno Español de la Anexión dispuso el desplazamiento de las guarniciones fronterizas, y el Batallón La Corona, con una sección de artillería y otra de cazadores, hacia Puerto Plata y Santiago. El 16 de agosto de 1863, 14 patriotas dominicanos cruzaron la frontera y proclamaron el “Grito de Capotillo”, en el cerro de Capotillo Español y de inmediato izaron la bandera dominicana que había sido cosida por Huberto Marsán. Los 14 próceres del “Grito de Capotillo” fueron el coronel Santiago Rodríguez, capitán Eugenio Belliard, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Pablo Reyes, y Juan de la Mata Monción. El español José Angulo, San Mézquita, Tomás de Aquilino Rodríguez, José Cabrera, Sotero Blan, Benito Monción, Juan de la Cruz Alvarez y un soldado desconocido. La Guerra de la Restauración es una lección de patriotismo. Un referente que enseña que nada se puede imponer a un pueblo si es capaz de unirse en torno a un objetivo. No importa el abuso de poder. No importa la represión desbordada. La sangre de los mártires que cayeron en Moca, en El Cercado, y el poeta Eugenio Perdomo, en Santiago de los Caballeros, lejos de intimidar a los dominicanos y dominicanas, les sirvió de estímulo para luchar hasta proclamar la Restauración de la República. Los próceres restauradores nos enseñaron que se puede acabar con la vida de muchos hombres, pero nunca con el ideal de un pueblo. Es una lección permanente para comprender la importancia de la unidad en torno a los asuntos que son de interés nacional. El homenaje que debemos rendir a los próceres de la Restauración, con ocasión del 150 aniversario del inicio de la guerra restauradora, es la unidad de todas las fuerzas del país para apoyar todas las iniciativas que separen los intereses particulares de los intereses de la República, por una sociedad inclusiva que no sea indiferente a la pobreza y a las desigualdades socioeconómicas históricas, barreras que perjudican a la colectividad nacional. Honremos a los próceres de la Restauración en las personas de José Contreras, Cayetano Germosén, Francisco del Rosario Sánchez, el poeta Eugenio Perdomo, Gregorio Luperón, Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, Ulises Francisco Espaillat, Benito Monción y Santiago Rodríguez. Su legado expresa el servicio a la patria.
Los próceres restauradores
El rechazo a la decisión del Gobierno del presidente Pedro Santana, de anexar la República a España, se expresó desde que circuló la versión de que sería proclamada, como en efecto lo hizo el 18 de marzo de 1861. El día 4 del mismo…