Los repatriados que regresaron a su natal Haití sin nada

Anse-à-Pitres ha visto crecer en los últimos meses cuatro barriadas formadas por familias haitianas que vivían en República Dominicana y regresaron a su país por voluntad propia, según la historia que cuentan los mismos haitianos que habitan…

Anse-à-Pitres ha visto crecer en los últimos meses cuatro barriadas formadas por familias haitianas que vivían en República Dominicana y regresaron a su país por voluntad propia, según la historia que cuentan los mismos haitianos que habitan allí.

Son lugares donde se ven mujeres embarazadas y los niños desnudos con barrigas infladas y moco corriendo por las pequeñas narices. Y en una caminata, te das cuenta de que estas personas cuando despiertan lo hacen sobre un colchoncito o trapos para acomodar el suelo. Y cuando se levantan, notas que lo primero que pisan es tierra y si dan cinco o seis pasos, ya salieron de su propiedad y es cuando ven la luz del sol.

Es ese el panorama de Parc Cadeau I, la barriada más cercana al poblado haitiano de Anse-à-Pitres que aparentemente nació de los indocumentados que volvieron a su tierra desde Pedernales, en República Dominicana. Allí sus habitantes descansan en casas con techos y “paredes” de pedazos de tela y levantadas sobre palos enterrados.

Los organismos internacionales aseguran que son cuatro las localidades cercanas a Anse-à-Pitres en esta condición. Estas son Parc Cadeau I y II, Tête à l’Eau, Savanne Galata y Fonds Jeannette. Hablamos de 729 familias -aproximadamente 2 mil 300 personas- que viven en esta condición, según conteos de las instituciones que brindan ayuda al vecino país.

En estos cuatro terrenos los haitianos han encontrado un espacio para sobrevivir el día en hogares de trapos, lonas, palos, zinc, piedras, palmas tejidas y en el mejor caso tierra y piedras que hacen la función de cemento. Allí no hay estufas, abanicos, camas, almohadas o armarios. Sí hay un colchón sobre el suelo o una base de palos, utensilios de cocina, envases y ropa colgada del techo. Pero hay peores casos en Parc Cadeau: hogares tipo casa de campaña que nadie cabe de pie. Sus dueños duermen a ras del suelo y se levantan encorvados dando no más de cuatro pasos para ver el cielo.

elCaribe estuvo en Parc Cadeau I y Tête à l’Eau, y recogió allí historias muy parecidas: haitianos que volvieron a Haití por la presión, dicen, de las autoridades dominicanas y de sus vecinos de que después de la fecha fatal (incluso mencionan el 17 de junio, día en que terminó el Plan de Regularización) no podían permanecer en tierra oriental.

No son apátridas, como insiste la prensa internacional. Son haitianos que vivieron durante años en el país, que no pudieron legitimar su estatus migratorio a través del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, el cual terminará legalizando a unas 230 mil personas, más del 80% de los que se registraron para convertirse en extranjeros documentados.

Son personas que aseguran en un español bastante forzado que volvieron hace meses con poca cosa y no encontraron en su tierra natal, ni familia ni un hogar. Así le sucedió a María Toussaint, la mujer de blusa azul que llama la atención por su enorme panza. Ella es madre de cinco niños de 8, 6, 4, 2 años y el que viene en camino.

“Mi madre murió y me dejó chiquita. Otra gente me llevó (a República Dominicana) y me crie allá”, dice la dama de 27 años que trabajaba como doméstica en el poblado de Paraíso, Barahona, y llegó a Parc Cadeau I hace tres meses. ¿Cuándo comes?, le pregunta elCaribe y ella responde: “Cuando traen comida aquí nosotros la hallamos a veces. Cuando a Dios le pasa por la cabeza que traigan un chin de algo”, responde en un español a interpretar.

“Si no es por la ayuda humanitaria aquí se mueren de hambre”, cuenta un miembro de una de las organizaciones que trabajan en Haití y pide reserva de su nombre e institución. Cuando se le cuestiona si esta situación ha sido planteada a las autoridades haitianas, él responde: “Están con el tema de las elecciones y es como ‘no, ahora son las elecciones’. Su preocupación principal es la contienda electoral, y todo lo demás les resbala. Es una excusa para no hacer nada”. El poblado que más conoce este voluntario es Fonds Jeannette, porque es el más alejado y donde solicitan más ayuda. “Allí son 103 familias con 500 personas, de las cuales, lo más impresionante, es que hay 350 niños menores de 10 años. Son un montón de niños”, recuerda.

Una parte de la tierra donde han emergido los dos barrios Parc Cadeau pertenecía al padre de Eduard Pierre Paul, quien cuenta que vive aquí desde hace un año y que su regreso desde Baní fue por una enfermedad. El joven de 27 años asegura que los haitianos comenzaron a llegar desde junio pasado. “Dicen que han venido porque se resisten a la presión y agresión de los civiles dominicanos. Yo no puedo decir que sea esa la razón. Mi experiencia es que yo viví, me crie y trabajé allá desde los 10 años”, razona.

Asimismo detalla que la mayoría de sus vecinos vivieron en localidades de Pedernales como El Manguito, Las Mercedes y El Mogote. “Como dijeron que el 17 de junio no debía quedar ni un solo haitiano allá que no tuviera documento decidieron venir. Antes había 133 familias –en Parc Cadeau I- y ahora hay 101, porque estaban inscritos en el Plan de Regularización, obtuvieron su carné y volvieron otra vez”, agrega.

En la caminata por esta barriada se encontraba edificando su casa José Jean. Entre su mano sostenía un palo y con el antebrazo se secaba el sudor que corría por su frente. Le faltaba su segunda mano para agilizar el trabajo.

“Migración me trajo para acá. Me pidieron papel, no tenía y me cogieron y me mandaron para acá”, dice. Jean trabajó vendiendo frutas durante cuatro años. Ahora vive solo aunque conoce parte de sus vecinos, pues vivió también en Pedernales. “Con dos morenos recogimos cartón y lo que no sirvió, lo que no se pudo vender de las pacas lo recogimos y así estoy haciendo la casa”, explica.

El origen del nombre donde José Jean edifica su hogar tiene una historia curiosa. Parc Cadeau significa “parque regalo”. Cuentan que allí vivía un viejo que tenía un corral y una vaca le parió dos becerros de un tiro. Es por eso que esta tierra se percibe como un regalo.

Por qué han elegido el poblado Anse-à-Pitres

Desde el 18 de junio al 2 de agosto, un total de 65 mil 049 haitianos habían retornado a su país de manera voluntaria, según la Dirección General de Migración. Y de esa cantidad, el 77% lo hizo a través de Dajabón y el otro 10% por Elías Piña, los puntos fronterizos más al norte de la isla. Pedernales fue la localidad desde donde menos retornaron personas en esa fecha, con 2 mil 290, es decir, un 6%.

El porqué Pedernales es donde menos retornos ha registrado tiene su lógica en que su frontera es Anse-à-Pitres, una localidad prácticamente aislada del resto de las grandes ciudades haitianas. Para llegar desde allí a Puerto Príncipe se recorren unos 140 kilómetros, pero la carretera convierte lo que pueden ser dos horas de camino en cinco, seis o siete.

¿Por qué estos cuatro barrios de repatriados en Anse-à-Pitres, si allí la cantidad de retornos ha sido mínima, en comparación con el resto de puntos fronterizos oficiales? Todo apunta a que quienes decidieron cruzar por esta vía eran personas que vivían en la zona más al sur del país.

Familias por barriadas

Parc Cadeau I
101 familias con 475 personas.

Parc Cadeau II
360 familias, con 1,091 personas.

Savanne Galata
30 familias, 115 personas.

Tête à l’Eau
136 familias.

Fonds Jeannette
102 familias, con 500 personas.

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