Los sofistas y Loma Miranda

La cultura griega conquistó Roma y no al revés, y desde allí al mundo antiguo y moderno. A la rigidez de carácter, al estoicismo romano le dieron –entre otros aportes- la alegría y voluptuosidad, el desparpajo, la música y el pensamiento libre.&#8

La cultura griega conquistó Roma y no al revés, y desde allí al mundo antiguo y moderno. A la rigidez de carácter, al estoicismo romano le dieron –entre otros aportes- la alegría y voluptuosidad, el desparpajo, la música y el pensamiento libre. Liberalidad y amplitud de miras que, cosa de la vida, fue quizá el germen tanto del auge como de la caída del imperio.

En Grecia está casi todo y son el referente para muchas situaciones humanas o divinas que puedan presentarse.

Allá nacen los “sofistas”, palabra que entonces significaba “maestros de sabiduría”, estos aportaron a la filosofía y al “problema del conocimiento”, sembrando en Atenas “la semilla de la duda”. Indagaban, entre otras cosas, “con qué medios el hombre podía darse cuenta de la realidad y hasta qué punto podía conocerla”. Pero pronto abusaron “de la argumentación especiosa, de la cavilación dialéctica, en suma, de lo que precisamente desde entonces se llamó con desprecio “el sofisma” (Montalelli: Historia de los griegos, pág. 170).

Protágoras de Abdera, cabeza de estos, “discutía con más objetividad y mesura” que Sócrates, según Platón. Incluso, “Diógenes Laercio va más lejos aún. Dice paladinamente que fue él quien inventó el llamado método socrático” (Ob. Cit. Pág. 170).

Luego, el término, como muchos otros, cayó en desgracia. Hoy, un sofista es quien con argumentos intenta justificar y convencer sobre cualquier causa, normalmente las peores. Puede ser, por ejemplo, un intelectual con sólida formación que intenta justificar la desmesura y el horror, el odio, la dictadura, el caos, la fuerza, el poder por el poder mismo, el hombre indispensable, la guerra o la explotación. O, un “asesor” con vastos conocimientos en alguna área del saber que cuando debe hacer su trabajo, requiere las “conclusiones” para adaptarle la teoría.

En el país hemos tenido muchos “sofistas”. Es más, cualquiera puede hacer su “lista” de sofistas favoritos. Anoto que no es obligado estar de acuerdo con ellos, a veces es solo el placer de las palabras y la lógica argumentativa que nos atrae. O la necesidad de saber cómo piensa quien combatimos, no perdiendo de vista que los “sofistas” más avezados son también expertos escondiendo lo que realmente piensan cuando hablan.

Mi lista es amplia, más quiero referirme a dos. Uno lo sigo desde hace años, siendo casi un niño escuchaba a escondidas su programa televisivo desde donde pontificaba. Sus inflexiones, su lenguaje facial y el movimiento de sus manos, sus pausas, me cautivaban.
Es un “hablista apasionado” que parece creer en lo que dice, capaz de develar un complot de implicaciones mundiales y tentáculos en algún partido político nacional, con una “naturalidad” que asombra, y siempre buscando proteger “el interés nacional”.

Tengo mucho que no veo su programa, los compromisos me lo impiden. Y, aunque ya nadie cree en sus augurios, es un modelo que podríamos llamar: “sofista de la palabra”, capaz de transformar, solo con argumentos, la luz en oscuridad.

El otro es más joven, aunque tiene mucho en la “palestra pública”. Ha escrito en importantes periódicos y revistas dominicanos y ha sido “vocero” del más influyente “Think Tank” nacional.

Es buen expositor, pero no tan efectivo como el primero. Me gusta más cuando escribe. Sus artículos son bien redactados y razonados, además de creativos, con citas puntuales y no tan abundantes. Su presencia en los medios y en la academia solo aumenta, convirtiéndose en un referente jurídico. Podríamos llamarle un “sofista de la escritura”.

Hoy ambos están del lado de la multinacional que quiere explotar “Loma Miranda”, los sofismas son “seguridad jurídica”, “derecho de propiedad”, “clima de negocios e inversiones”, y, lean bien este: “explotación responsable”, entre otros.
Lógicamente, esas posturas no deben extrañarnos, para eso están los “sofistas”. l

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