Los manifiestos artísticos son como los programas de los partidos políticos: mucha grandilocuencia y luego, cada uno a ser lo que es. Son un intento de aclarar las ideas a un grupo que se reconoce como tal, pero que no está ahí. El movimiento más reciente. “El nanaísmo” dice estar inspirado por las vanguardias de principios del siglo XX, y que surge como protesta ante la degradación cultural y, sobre todo ética, de nuestra sociedad actual, y declara que “…no sólo vivimos una crisis económica, sino también de valores…hemos dejado de leer, y tememos al silencio”. Y que para Camus, el hombre rebelde era aquel que sabía decir “no”, cuando es no.
Borges, sin saberlo, definió los manifiestos artísticos como “…un condenado a muerte que bordea un precipicio sin importarle, porque ha renunciado a la vida”. Hacer proclamas y crear dogmas es una forma de suicidio, una renuncia a crear, a seguir por su cuenta en este experimento inacabado que llamamos vida.
Salvador Dalí fue expulsado del movimiento surrealista, como si aquello fuera una dependencia del gobierno y André Bretón su ministro. Todo un acto surrealista en sí mismo. Pero el movimiento Nanaísta ha nacido con un “algo distinto” porque dice cosas como:
- Reivindicamos el surrealismo español. Aunque sorprenda, el surrealismo ibérico hunde sus raíces en el Siglo de Oro español, con la novela picaresca, Cervantes (a través de la dialéctica sancho-quijotesca) y la mordacidad de Lope de Vega, Góngora y Quevedo. Sin embargo, hubo que esperar hasta el siglo XX para conocer la segunda cima del género…
- Creamos a partir de los Clásicos y la Antigüedad. Como no hemos encontrado la fuente de la eterna juventud, bebemos de Sócrates, su discípulo Jenofonte, Plinio el Viejo y Cicerón. Sostenía alguien que lo clásico era aquello que no se podía mejorar…
- Nuestro leitmotiv es la búsqueda, más que la propia conquista (quizás por ello, también simpatizamos con Ulises). Cada mañana, releemos el Mito de Sísifo…
- Defendemos los “efectos naturales” por encima de los “efectos especiales”. Por eso, los nanaístas seguimos apostando por el fondo más que por la forma. Por la esencia…
- La Tauromaquia es un rito sagrado: la única esperanza de ser libres y la última oportunidad de seguir existiendo…
- Una afición por cada sentido y, para nuestro sentido favorito, dos aficiones. Por ello, tenemos el firme propósito de recuperar la idea de “espacio vivo de experimentación de los sentidos”…
- Disfrutamos de “La grandeur”, o de lo que queda de ella. Es decir, admiramos la exquisitez y refinamiento de la cultura francesa…
Seguiré con más Nanaísmo, Surrealismo y Dadaísmo en la semana próxima. l