Si la definición de arte sacro es la de una denominación utilizada para todas aquellas producciones artísticas que tienen como fin un culto a lo sagrado o divino, pues entonces el conjunto de obras de Manuel Toribio sería arte sacro; pero no sacro en lo estrictamente religioso, si no en el culto al trabajo bien hecho, en hacer del trabajo diario algo sagrado, y en hacer de su vida un apostolado para, por y desde el arte. Manuel Toribio parece desde lejos un ex boxeador; físicamente se ve un hombre fuerte, en salud, y si no se le conoce no sería fácil asociarlo a trabajos artísticos tan delicados, meticulosos y técnicamente impecables.
Su vida artística es un periplo entre el muchacho de Villa Bisonó que despreciaba todo aquello que no pareciera Rembrandt, Velázquez o Caravaggio al joven profesor de la escuela de Bellas Artes abierto a todas las tendencias y dispuesto a conversar sobre instalaciones post-contemporáneas o a centrífugas fotográficas.
Manuel Toribio es actualmente uno de los mejores dibujantes en República Dominicana. Su pasión y dedicación por el dibujo se traduce en calidad absoluta. Las líneas, contornos, luces y sombras no tienen secretos para su muy ejercitada mano de artista. Da gracias a sus profesores, en especial habla mucho y muy bien del maestro Amable Sterling, pero también de aquellos que en su infancia le motivaron a seguir trabajando su vocación. Sus obras se encuentran en sitios tan variados como en la parroquia Nuestra Señora de la Providencia, congregacio?n de la Misio?n (Pau?les) Manati?, San Juan, Puerto Rico; el Museo de Arte Moderno en Santo Domingo; en el Salón Presidencial de Copa Airlines en el aeropuerto Las Américas, o en Florencia, Italia, en el Instituto Statale D’Arte del Sesto Fiorentino.
Pintor, escultor, diseñador, profesor, son facetas de una sola pieza: La de artista completo. Toribio se arriesga con aquello que más le reta profesionalmente, ha hecho copias impecables de retratos de Turner o murales enormes para instituciones culturales. Su evolución se produce debido al conocimiento de la obra de los grandes artistas, especialmente los clásicos universales y dominicanos; también por su relación directa con otros pintores, tanto en la escuela nacional de Bellas Artes como durante su licenciatura en artes en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha desarrollado su propio estilo de pinceladas diluidas, de toques rápidos y precisos en los detalles. Esos pequeños detalles que son tan importantes en la composición final. La evolución de su pintura prosigue hacia un mayor dominio del volumen y de grandes grupos humanos. Es el resultado de un amplio proceso de maduración interior que ahora nos da un fruto de gran calidad.
