El presidente Danilo Medina presentó sus memorias, sus realizaciones al frente del Gobierno. Un resumen de las acciones más importantes. Las metas, o las obras alcanzadas pudieran ser más, o menos. Sus palabras, sometidas al análisis, podrían ser objeto de una u otra calificación. Los puntos de vista en uno u otro sentido, correrían en disímiles direcciones. Pero hay algunos aspectos que probablemente no sean objeto de debates, y nos han llamado la atención.
Al margen de lo que pudiera ser el estado de la economía, su legado material o de servicios a la población, las fallas o carencias, hay en toda la pieza un ánimo, un espíritu que valoramos.
El presidente Medina, si bien resalta sus realizaciones, reconoce las carencias que siguen afectando a los dominicanos, pero alimenta un mensaje de fe, de confianza en el país, de que es posible lograr los sueños.
Es un ímpetu energizante. Lleno de optimismo. Su convicción de que la sociedad dominicana está en posibilidad de situarse en condiciones que alentarían a sus ciudadanos a sentirse orgullosos. Orgullosos de ver superadas las injusticias y en general, la inequidad social.
Su mensaje de que los dominicanos sí pueden, su estímulo a la confianza en la capacidad nativa para alcanzar los grandes propósitos, es una forma adecuada para alentar la confianza de que tenemos oportunidades para mejorar.
Aun en las situaciones tan difíciles como las que afectan a un segmento importante de la población, los llamados ni-ni, los jóvenes que no han tenido la oportunidad de trabajar ni estudiar, que no tienen muy claro su futuro y que suelen constituir una caldo de cultivo de inseguridad, es bueno que comprenda, y piense que debe encontrarse un camino para la superación.
Más que valorar los fríos resultados convertidos en cifras, centramos nuestro interés en el aliento a los dominicanos, de que en cada uno existe una oportunidad para construir un mejor país.
Y en ese empeño debemos estar comprometidos todos.
