Son muchos los trastornos en salud que pueden ser prevenibles si se conocen previamente los factores de riesgos y los agentes causales directos. Muchas enfermedades infecciosas son evitables a través de la vacunación en los casos que existan, y asumiendo medidas preventivas como el lavado de las manos, la cocción de los alimentos y la ingesta de agua potable.
En cuanto a las enfermedades más prevalentes en estos tiempos como son la diabetes, el cáncer, la hipertensión arterial y las afecciones cardiovasculares, demandan de la adopción de estilos de vida centrados principalmente en la dieta baja en sal y en la disminución de ingesta de grasas saturadas así como la práctica periódica de ejercicios físicos y, además, mantenernos alejados del tabaco y el consumo excesivo de alcohol. Seguro que la mayoría conocemos todo ese decálogo de recomendaciones, pero la realidad es que son pocos los que lo asumen y son mayorías los que se hacen de oídos sordos.
Definitivamente, necesitamos fortalecer los programas de prevención, promoción y educación para la salud. Es importante que esto se asuma como una agenda de Estado, ya que está bien demostrado que la prevención además de que disminuye o evita muchas enfermedades también ayuda a rebajar el gasto en salud. La clave es invertir más en prevención y para entonces gastar menos en curación.
Definitivamente, la educación sigue siendo la madre de muchas causas y es fundamental para mejorar la calidad de nuestras vidas.
