Más que los salarios

La iniciativa del Ministerio de Administración Pública tendente a reglamentar la prestación del servicio público en el…

La iniciativa del Ministerio de Administración Pública tendente a reglamentar la prestación del servicio público en el país ha arrastrado un interesante debate, en el cual los actores principales son precisamente los gestores públicos.

El proyecto de ley ha entrado en calor en el especial período de transición, durante el cual se supone que sale un equipo y entra otro. Por expresiones conocidas, el propio presidente electo tiene interés en que se decida ahora esta cuestión.

Aparentemente, la discusión de la pieza se ha centrado en el salario de los servidores públicos y el régimen de regulación de las diferentes instituciones, especialmente las autónomas y descentralizadas. Pero el proyecto es algo más que una simple política de escalas salariales.

Es necesario señalar que el documento presentado refleja con mucha propiedad el empeño que puso el Ministerio de Administración Pública. Asimismo, sugiere que el propósito está orientado a transparentar los gastos por los servicios prestados en el Estado. En esa perspectiva, busca erradicar un régimen muy cuestionable de algunas agencias cuyos incumbentes deciden por sí solos y por ellos mismos los salarios, sin la mediación de una fiscalización del Estado, más allá del marco de autorregulación con vocación autárquica.

Valores como la transparencia y una serie de normas de contenido ético en el manejo de los salarios públicos forman parte de todo el andamiaje del proyecto de ley. Que definitivamente se establezca una normativa es un paso de avance para el país y en ello tienen que concordar todos los actores.

Todavía no se sabe, sin embargo, cuál será el contenido de la nueva ley, porque se supone que todo está en discusión, pero que haya una suerte de tope de los salarios, como aquello de que nadie en la Administración ganará más que los presidentes de los poderes y radicalmente, nadie más que el Presidente de la República, supone un freno y un control.

Una ley de esta naturaleza no puede esperar más. Cae en un momento en el que se conjugan factores que parecen indicar que hay que cambiar muchas cosas.

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