Mi fuente de proteína es la carne, preferentemente de pollo, sin pellejo, y pavo en pequeñas raciones, a la parrilla o guisado, con muy poca grasa; carne roja magra 2 veces a la semana y pescado al vapor o a la plancha, 2 veces por semana. Complementos de proteínas de origen vegetal: habichuelas, caraotas, guandules, lentejas, garbanzos y en ocasiones quinoa.
Cuando encuentro la oportunidad prefiero los productos orgánicos, evito lo más posible los alimentos procesados sobre todo si tienen ácidos grasos procesados, que son grasas artificiales total o parcialmente hidrogenados (grasas trans).
Para cerciorarme, leo en las etiquetas de los productos envasados el contenido de grasas trans. Uso preferentemente grasa líquida: aceite de oliva extra virgen. Casi nunca como pastas, postres, pizzas y otros productos procesados y congelados. Las comidas rápidas no figuran en mi menú. Evito las frituras y los alimentos muy salados, nunca adiciono sal a mis platos, ni siquiera a las ensaladas. Evito las frituras. A veces como víveres: yuca, yautía, ñame o mapuey. Las papas las prefiero hervidas o asadas.
Como despacio, en cantidades moderadas, masticando, mirando y saboreando lo que como, porque en un régimen saludable no solo cuenta lo que comemos, sino también cuánto, cómo y cuándo, pues no es recomendable comer al tiempo que hacemos otras tareas. Como hasta la saciedad, no hasta la llenura.
Debo observar que al comer disfruto del placer de comer, pero siempre pensando en mi salud. Llevo mi régimen sin severidad, pues no soy obsesivo ni compulsivo en el comer. Cuando me invitan a comer fuera de casa o a un restaurant suelo olvidarme de mi régimen, aunque siempre con moderación.
Acompaño el almuerzo, todos los días, con 2 copas de vino tinto, que es también mi bebida favorita para compartir en las reuniones sociales. Acompaño el vino con pescado, aceitunas o queso.
Completo mi régimen caminando 25 minutos en la mañana y en la tarde.
