Merengue versus Dembow

La rentabilidad ha venido a definir que suena en la radio. No podemos taparnos los oídos ante la gran incidencia del dembow. La euforia por los nuevos grupos, los hits del momento y la gran cantidad de jóvenes prestos a bailar de forma rítmica…

La rentabilidad ha venido a definir que suena en la radio. No podemos taparnos los oídos ante la gran incidencia del dembow. La euforia por los nuevos grupos, los hits del momento y la gran cantidad de jóvenes prestos a bailar de forma rítmica y casi inverosímil esta música, son muestras de su evidente popularidad.

En la otra esquina tenemos a nuestro cadencioso merengue, sufirendo los embates de una generación sedienta de letras más directas, con “tiguera” y de doble sentido. En la infinidad de análisis que ha despertado este tema, la falta de inversión ha sido hasta ahora la causa que se deslumbra como la culpable de que muchos artistas prefieran dedicarse a la música urbana y en otro caso a la bachata. Tener un tema pegado para los cantantes de dembow se traduce en una maquina de dinero casi automática, pues con las presentaciones en discotecas, bares, licor y terrazas, logran un enriquecimiento que para algunos resulta sorprendente. 

Basta con darse un bureo por los bares y discotecas del país. Los set de merengue son cada vez más breves e incluso inexistentes en algunos lugares. Mientras extranjeros tratan, sin éxito, aprender a bailarlo, nuevas generaciones no pasan por la vergüenza que significaba en el pasado no ser un diestro bailarín de merengue. Ahora es suficiente con “darle con los pies”, o sufrir una especie de ataque epiléptico, sin embargo, tenemos  que reconocer que la falta de merengueros que conecten con la juventud ha influenciado en su merma de popularidad.

El llamado merengue de calle, el merenhouse y el mambo “violento”, en su momento supieron conectar con las nuevas generaciones, pero es el merengue clásico o convencional el que necesita sacudirse. A pesar de la caída en picada que viene experimentando el ritmo, orquestas tradicionales como Los Hermanos Rosario, Fernando Villalona, Sergio Vargas y Eddy Herrera, continúan con una agenda agitada, sobre todo en los meses terminados en “bre”.

¿Qué necesita el merengue? Muchos afirman que nuevos exponentes capaces de hacerse ver por la juventud, que los viejos robles lancen discos con temas de actualidad, más tiempo en las emisoras y mejor inversión del sector empresarial.

El dembow nace como un ritmo que deriva en cierta medida del reggae jamaiquino. En el país se comenzó a usar en los años 90, pero no es hasta hace cinco años donde alcanza su cúspide. Sensual, irreverente, erótico y con gran jocosidad e inventiva, es quizás un reflejo de cómo se habla en la “calle”, tanto que a veces parece ser necesario utilizar un “diccionario callejero” para entender sus letras.

El costo de producir un disco de dembow es sin duda menor, pues producirlo requiere de pocos instrumentos musicales, músicos, letristas y arreglistas, pero si de una buena mezcla digital. Ni hablemos de las letras. En ocasiones parece que cinco minutos son suficientes para escribir una de estas canciones. Con ser pegajosas, bailables y llamativas, es suficiente. Sin embargo, algunos afirman que el género tiene fecha de vencimiento. Resulta difícil imaginarse a personas en unos “ta’” bien extendidos, bailándolo fluidamente. Es necesario pulirlo, tal como han hecho los boricuas con su regueton. Estos han ido mezclándolo para hacerlo más comercial y digerible, logrando sacarlo del underground donde dio sus primeros pasos.

¿Cómo lograría el dembow evolucionar? Si el ritmo quiere perdurar los exponentes necesitan pulir sus letras, arreglos de calidad y una imagen más saludable para sus exponentes.

Ambos ritmos son un reflejo de la idiosincrasia dominicana. El merengue se remonta al siglo XIX y muchos afirman que sus años dorados fueron los 80. ¿Será que estos son los años dorados de la música urbana?

ENTONCES, ¿QUIÉN GANA LA BATALLA?

Marivell Contreras, periodista y miembro de Acroarte

“Es imposible que el dembow supere al merengue como ritmo autóctono, porque no es autóctono. Ahora nadie puede negar que en poco tiempo la música urbana, en todas sus manifestaciones, ha superado el número de figuras nuevas y activas cuyas propuestas resultan atractivas para el público, sobre todo para los más jóvenes. Esos muchachos, si logran a través de su constancia en el trabajo, superarse, prepararse y mejorar la propuesta fusionando más sonidos del país, podrán en un futuro hacer un ritmo que sea totalmente dominicano, pero que nunca va a suplantar al merengue como ritmo nacional, porque el proceso para que un determinado ritmo represente a un país es un proceso de muchos años y que implique que varias generaciones de hombres y mujeres se sientan representados en unos colores y sonidos”.

Diomelo Martínez, periodista y miembro de Acroarte

«No creo que ningún género desplace a otro. Cada ritmo tiene su momento de fama. El merengue por ejemplo tuvo sus años dorados en la década del 80. La bachata se pegó «full» a partir del 2000, mientras que la música urbana está reinando a partir del 2005. El dembow, especialmente, tiene alrededor de cinco años pegado en el gusto popular. Un dato fehaciente de lo antes dicho es la gran pegada de la salsa en los últimos tiempos. El 2011 fue el arranque de la salsa, pero los ritmos no se desplazan. El merengue está ahí, la bachata, la salsa y demás…”

Carlos Thomas, locutor y periodista.

“El dembow y otros géneros musicales que han evolucionado del reggaetón Puertorriqueño, son modas. Ritmos que se mantienen en una época en relieve, y así mismo bajan, pero cada cierto tiempo surge un nuevo artista del genero y pega un disco. Yo creo el dembow está en su mejor momento, pero no creo que haya desplazado el merengue por completo. Entiendo que los merengueros de ahora y los artistas tradicionales, no están haciendo un merengue que sintonice con la juventud. Los merenguero afirman que no tienen apoyo, que no hay disqueras y que los piratas están acabando con ellos, pero no creo que esta sea la única razón para este debacle, hace falta un merengue que sintonice con la juventud que está consumiendo y va a los bares. El merengue es lo que baila el dominicano, es nuestra música. En la música urbana hay mucha improvisación y no está al nivel del merengue”.

 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas