MONTERREY, México — Cientos de personas protestaron afuera del palacio de gobierno de una ciudad del norte de México tres días después de un ataque incendiario contra un casino que dejó 52 muertos y ha sido considerado uno de los peores crímenes en la mortal guerra de México contra el narcotráfico que ya cumple cinco años.
Vestidos con las camisetas blancas usadas comúnmente en las manifestaciones mexicanas contra el crimen y la violencia, más de 1.000 personas exigieron la renuncia del gobernador del estado de Nuevo León y del alcalde de la ciudad industrial de Monterrey, la capital estatal.
Los manifestantes llevaban pancartas con mensajes contra los gobernantes. Los participantes de la protesta dijeron estar cansados de la violencia que aflige a la metrópoli de cuatro millones de habitantes, donde el cartel del Golfo lucha contra el grupo rival de los Zetas por el control del territorio.
El periódico Reforma reportó que la policía estatal arrestó a dos personas relacionadas con el ataque del jueves contra el Casino Royale. El diario citó a un funcionario estatal, quien no contestó las llamadas telefónicas en busca de una confirmación.
Otros funcionarios, incluyendo al gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, se rehusaron a confirmar o negar los arrestos.
Una videograbación del incendio del jueves efectuado por cámaras de seguridad muestra que ocho o nueve sujetos llegaron en cuatro vehículos e introdujeron bidones al Casino Royale, ubicado en una avenida comercial. En poco más de dos minutos, el casino estaba en llamas y columnas de humo negro salían del edificio.
Las autoridades divulgaron retratos de tres de los hombres basados en entrevistas con los sobrevivientes del incendio. El informe del periódico no dio ninguna información sobre el papel que los detenidos presuntamente habrían tenido en el ataque.
Según testigos, los hombres armados irrumpieron en el casino y le dijeron a gritos a las personas que salieran, mientras decían que iban a quemar el lugar. Pero las personas corrían hacia el interior del edificio, donde muchos fueron encontrados muertos por inhalación de humo en las oficinas y los baños.
El presidente Felipe Calderón ofreció una recompensa de 2,4 millones de dólares por información que conduzca a la captura de los atacantes del casino, una cantidad comparable a la ofrecida por la detención de los narcotraficantes más buscados del país.
