El mito de los Padres de la Patria (y III)

Para Alcides García Lluberes, citado en el prólogo escrito por el Dr. J. G. Campillo Pérez, “ambos –refiriéndose a Sánchez y Mella- murieron en olor a santidad (…) Sánchez en un cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel&#8230

Para Alcides García Lluberes, citado en el prólogo escrito por el Dr. J. G. Campillo Pérez, “ambos –refiriéndose a Sánchez y Mella- murieron en olor a santidad (…) Sánchez en un cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel enfermedad como consecuencia de su participación en la guerra restauradora” (P. 18).

Más, el penetrante análisis del Dr. Jimenes Grullón sobre la vida pública de éstos es demoledor. Y si duro fue sobre Mella, terrible son sus conceptos sobre Sánchez, veamos:
Francisco del Rosario Sánchez (1817- 1861).

Para el autor, Sánchez traicionó tres veces a la patria, la primera el 8 de marzo de 1844, cuando firmó la nota “en la cual se le ofrecía a Francia, a perpetuidad, la península de Samaná”.

También, afirma que traicionó el ideal liberal, el nacionalismo integral y el anticolonialista trinitario, pues apenas unas semanas antes de la gesta del 27 de febrero de 1844, aceptó la colaboración “de la burguesía hasta entonces haitianista”, sometiéndose a su dirección, cooperando con énfasis luego –en los primeros meses de la República- con Santana y Bobadilla, colaboración que siguió después de la gesta de febrero.

El autor trae, en la página 62, la nota número 24, que expresa sobre la “inconsistencia política de Sánchez”, que este mantuvo siempre una “fuerte vinculación con los tres partidos personalistas que anarquizaron la República en su primera época y dieron al traste con las libertades públicas y la Independencia Nacional: los partidarios santanistas, baecistas y jimenistas”.

Acercando a Sánchez en esta etapa de su vida, la cual duró tres lustros, con la burguesía conservadora y entreguista nacional, y distanciándolo de los ideales de los trinitarios.

El siguiente párrafo podría ilustrar el carácter de Sánchez, ante hechos que tintaron de sangre la República, cometidos por el “mañé”, Santana: “Al descender Báez de la Presidencia, en 1853, y ser desterrado por su sucesor Santana, Sánchez, servidor de aquél durante su mandato, lo olvidó, y se apresuró –bastaron ocho días- para testimoniarle al soberbio hatero sus “sinceros afectos hacia su persona”, calificarlo de “humanitario y generoso”, y reverenciarlo como “el elegido por la providencia por tantas veces para salvar la Patria”. Para entonces, ya se había producido el fusilamiento por Santana de su hermano Andrés y de su tía María Trinidad. Ensalzó, pues, nuestro personaje, al verdugo de éstos….” (pág. 55).

Esta “inconsistencia política y moral” de Sánchez, lo aleja de la proceridad. Aunque el autor no deja de reconocer que “no puede caer sobre él, pese a que estuvo al servicio de tantos gobiernos, la acusación de peculado. Vivió siempre modestamente…” De igual forma que fue “una de las figuras más importantes de la gesta del 27 de febrero y sus preparativos”; y, finalmente que “su posición a las gestiones de anexión puestas en marcha por Santana y su martirio final, ponen de relieve que había en él un aliento patriótico…” (pág. 58).

Como vemos, el juicio histórico que realiza sobre la figura pública de Francisco del Rosario Sánchez el Dr. Jimenes Grullón, cual fiscal inquisidor, es demoledor. Además de contener profusa documentación, referencias y citas históricas. De igual forma, excluyendo a Duarte, con quien hay consenso, Sánchez es quien tiene mayores adeptos.

Concluye el autor considerando la tríada de los Padres de la Patria como un estereotipo de carácter histórico, sin lógica fundamentación histórica, promovido, en su momento, por intereses de carácter familiar, personal o político.

Para él “lo lógico y lo justo es limitar la paternidad de la Patria a la figura patriótica de mayor pureza y relieve, tanto de la Primera como de la Segunda República (…) la pareja DUARTE-LUPERÓN, en la cual cada uno representa, junto al patriotismo integral –continental y nacionalista-, las más altas condiciones humanas: inteligencia, amplitud de miras, sentido del sacrificio y pasión por el hombre” (pág. 74).

Duarte, único padre de la Patria. O la pareja Duarte y Luperón. O no complicarnos y dejar el asunto como está; o, incluso, alguna otra propuesta… ¿Qué hacer?
La época es buena para el debate… l

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