Hoy es la víspera de la celebración de la Natividad de Jesús. Es una fiesta cristiana fundada en el amor, en la unidad, en la confraternidad. El núcleo esencial donde se materializan esos sentimientos es la familia.
Por eso las familias se esfuerzan en juntarse en estos días, especialmente durante esta noche, que es tradicionalmente conocida en el mundo cristiano como la Nochebuena, momento culminante en que los parientes o amigos se encuentran para expresarse los afectos debidos.
Generalmente, en la cena vienen los brindis, y modernamente muchas personas prolongan ese momento más allá del centro escogido para el encuentro familiar y terminan en festejos excesivos.
La mayoría de los pastores y líderes lo que recomiendan en estos días es la moderación, porque a veces las celebraciones arrastran riesgos, precisamente a causa de los excesos.
No es raro que los tiempos de Navidad cambien de tono. El más alto nivel de alegría puede tornarse en dolor. Lo recomendable es no excederse, aunque se esté en pleno ambiente festivo.
Lo ideal es que si bien se comparte, sea precisamente dentro del espíritu con que están impregnadas estas fiestas, que necesariamente sugieren un tono sosegado, de alegría razonable.
Es decir, no perder lo que es el sentido del justo equilibrio.
Desde esa perspectiva, acompañamos a los dominicanos en las celebraciones. Que se disfruten estos días y el fin de año en paz, evitando las situaciones riesgosas que nos asechan.
El mensaje del presidente de la República, Danilo Medina, concuerda perfectamente con este parecer, parte del cual compartimos a continuación:
“Deseamos, profundamente, que la alegría se manifieste en el verdadero espíritu de la Navidad, sin excesos, sin violencia, sin derroches innecesarios; pero sí con la prudencia capaz de evitar cualquier peligro que pueda amenazar la vida de las personas”.