Muerte y transformación de un líder

La muerte del comandante Hugo Chávez evidencia la persistente cultura del caudillismo en las sociedades latinoamericanas.

La muerte del comandante Hugo Chávez evidencia la persistente cultura del caudillismo en las sociedades latinoamericanas. No cabe duda que la personalidad de Chávez no fue corriente y de ahí el impacto que ha tenido su partida en Latinoamérica.

Sin embargo, no deja de sorprender que la figura de Chávez, en medio del natural dolor que afectó a sus seguidores, se haya transfigurado para encarnar a cada uno de ellos: “¡Yo soy Chávez!”. Si los líderes del chavismo logran convencer a sus seguidores que cada uno está encarnado en el líder y el líder es una misma persona con cada uno de ellos, cabe preguntarnos: ¿Es esta unión una demostración de la más pura democracia o la negación de la misma? Todo parece indicar que sería una negación de la misma, pues en semejante situación las elecciones parecerían innecesarias y, en el mejor de los casos, se convertirían en un  ritual de reafirmación de la unidad del líder (y sus herederos) y el pueblo.

A nuestro entender, la transfiguración de la persona del líder no es más que un intento de convertir la política en una seudo-religión. Esta actitud seudo-religiosa de la política quedó igualmente evidenciada en la tentativa de  momificar el cuerpo del caudillo, para ser reverenciado por las futuras generaciones. Como parte de este proceso la historia será reinterpretada a partir de un hecho singular que podría ser  el momento de la rebelión del joven oficial, que marcará un antes donde todo andaba mal y un después… Algo muy criticable es que el odio de clases ha sido incentivado en este esfuerzo por re-escribir la historia.

Pero el odio (cualquier odio) es una muy mala materia prima para construir instituciones políticas. Ahí están los esqueletos (humanos e institucionales) dejados por los Stalin, Hitler y Trujillo de la historia. De resultar exitosa, la tentativa de hacer una seudo-religión de la política, simplemente resultará en la momificación de la historia y de la sociedad; el triunfo de una ortodoxia sobre el debate y la capacidad humana a innovar. Consecuentemente, las libertades serán limitadas, lo que finalmente ahogará y  frustrará la vida de muchos, que es el balance final de estos regímenes. La figura del líder carismático representa una negación a la mejor filosofía. Desde nuestra perspectiva, el hombre debe mantener una actitud crítica ante la realidad; debe definir un sentido a su existencia; y debe practicar la mas radical libertad ante cualquier otro ser humano, no importa las extraordinarias cualidades que posea. “Me rebelo, luego existo,” exclamó Albert Camus.

Una última reflexión: Las élites políticas y sociales están en la obligación de luchar contra la exclusión social en Latinoamérica. De lo contrario, la gente intentará recuperar su dignidad identificándose con un caudillo carismático y redentor que los guiará hacia una tierra prometida…

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