En el Nacimiento de Jesús

Mañana el mundo cristiano celebra el Nacimiento de Jesús, el hijo de José, el humilde carpintero esposo de María, que encarnó los sueños de los esclavos por su liberación, su redención de las difíciles condiciones en que desenvolvían sus…

Mañana el mundo cristiano celebra el Nacimiento de Jesús, el hijo de José, el humilde carpintero esposo de María, que encarnó los sueños de los esclavos por su liberación, su redención de las difíciles condiciones en que desenvolvían sus vidas. Cuando los opresores lo persiguieron, lo hostigaron hasta condenarlo al horrible sacrificio de la crucifixión, ese ser extraordinario retornó entre los vivos con una dimensión más trascendente, ya convertido en leyenda que prometía una vida después de la muerte.

Ese acontecimiento inauguraba una nueva era de los humanos sobre la tierra. Más tarde, los mismos sectores que lo redujeron al calvario terminarían asumiéndolo muy a su manera para propagar las ideas de justicia y equidad, la justicia y la equidad de los príncipes y reyes, en nombre de un Dios que  nada tenía que ver con las ideas esenciales que predicaba Jesús.

Siglos y siglos pasarían, lo mismo que cientos y miles de predicadores sobre las ideas de Jesús, que no siempre recogerían sus sabias enseñanzas.

Progresivamente, la humanidad, y la misma Iglesia que lo asumió como bandera, como camino hacia la gloria del Señor, ha ido reconectándose con el Cristo verdadero, el de la redención de los oprimidos y perseguidos, el  que reclama la necesidad de una sociedad con justicia y dignidad para todos los seres humanos que habitan sobre la tierra.

En esta conmemoración del nacimiento de Cristo es bueno recordar todo esto. Y especialmente, clamar por sus ideas, por las sanas formas de vida, por una civilización de paz, libre de tantas corrupciones.

Estos días de celebración ayudarían a pensar en ese Cristo, a reflexionar acerca de las posibilidades de trabajar por los más débiles, de modo que las aspiraciones de paz tengan más asidero. Cada uno poniendo su granito a favor de una cultura fundada en la justicia distributiva, y que ese temperamento irradie todos los corazones, para que juntos podamos habitar en un territorio con más seguridad y menos miedo.

Y ya que los brindis son inevitables, que se acompañen de la prudencia, tan necesaria para todos.

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