La nación lo valorará

Los actores del proceso electoral  al fin acogieron una fórmula para tratar de mantener un nivel de respeto mínimo de aquí…

Los actores del proceso electoral  al fin acogieron una fórmula para tratar de mantener un nivel de respeto mínimo de aquí al 20 de mayo. Que nadie se haga ilusiones con aquello expresado en el segundo considerando del pacto, de que harán lo necesario para que la campaña se celebre en un ambiente de concordia, respeto, tolerancia, armonía y civilidad. Magnífica intención que no se hará realidad.

Sin embargo, las partes dispositivas son interesantes y fundamentales para que el proceso electoral termine en orden, y todos asumimos que el pacto fue analizado, discutido y suscrito con el mejor ánimo.

El artículo tercero del mismo entra en esa categoría que convierte el documento en una pieza capital del proceso. Establece lo siguiente: “Los candidatos y las instituciones políticas que los sustentan convienen en no proclamarse vencedores e instruir a sus simpatizantes para que no se produzcan celebraciones de la victoria antes de que se hagan públicos los resultados oficiales por parte de la Junta Central Electoral y, a su vez, se comprometen a aceptar los resultados anunciados por ésta”. Ese compromiso salva las elecciones de cualquier desborde, obviamente, siempre que se honre hasta el final.

Otro aspecto clave está contenido en el artículo sexto, que aunque no lo señala taxativamente, sugiere que la JCE tiene a cargo administrar su cumplimiento. Y algo de valor estratégico, el compromiso de los candidatos y partidos a aprobar en este año el proyecto de ley de partidos y agrupaciones políticas, lo mismo que el proyecto de ley orgánica del sistema electoral.

Si además de esas iniciativas, los suscribientes y sus jefes de campaña de verdad respetan los demás artículos, quizás estemos ante una campaña que podría ser ejemplar.

Pero, los dominicanos conocemos la historia, y especialmente la historia política, donde todo puede comenzar como un poema de amor y fácilmente termina como una tragedia. Pero no somos pesimistas. Al contrario, apoyamos ese pacto y celebramos que se haya suscrito, y especialmente, que se cumpla.

La Nación lo valorará. l

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