Navidad es un período de celebración, pero cada año se convierte en tragedia para muchas familias que ven morir sus parientes, generalmente por accidentes de tránsito. Esta vez no ha sido diferente, y el reporte del Centro de Operaciones de Emergencias dice que las víctimas fatales fueron 28. Todos fallecidos a causa de accidentes de tránsito. Probablemente, la mayoría de ellos a consecuencia de ingesta de alcohol.
Habría que agregar los heridos en accidentes de vehículos y las víctimas por intoxicación, que suman un total de 517. De ellos 119 sufrieron intoxicación alcohólica y 387 personas resultaron heridas.
Eso fue en uno o dos días, pero durante todo el año, muchas personas mueren o sufren lesiones por accidentes de tránsito, muchas veces en estado de ebriedad. Y lo más penoso de las muertes en esos accidentes no son sólo los muertos, sino la secuela en los sobrevivientes, sus familias y el Estado.
No estamos ante un problema único de la República Dominicana. Es una peste global. Cada año 1,3 millones de personas en el mundo pierden la vida a consecuencia de los traumatismos causados por accidentes en el tránsito. En marzo de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el período 2011-2020 como “Decenio de Acción para la Seguridad Vial”. El objetivo es estabilizar y, posteriormente, reducir las víctimas mortales.
Colombia acaba de protagonizar durante esta Navidad una jornada muy exitosa. Una información proveniente de ese país dice que pasaron la Navidad sin muertos en las carreteras o las ciudades por conductores en estado de embriaguez. Los colombianos atribuyen el hecho a una nueva ley que penaliza duramente manejar borracho o bajo los efectos del alcohol.
Probablemente continuaremos con muertes violentas, pero al menos hay que evitar que tantas personas fallezcan en accidentes de tránsito, y peor aún, por efecto del alcohol. No es justo que ocupemos el segundo lugar entre los países con más muertes por ese motivo a nivel mundial, con una tasa de 41.7 por cada 100 mil habitantes.
