¿Necesitamos una campaña de valores?

Nunca he olvidado la impresión que sentí cuando, en mi juventud, leí las reflexiones sobre los valores de la ilustre  pensadora judía Hanna Arendt. El concepto del valor es una categoría económica, pues resulta de un intercambio de lo que se…

Nunca he olvidado la impresión que sentí cuando, en mi juventud, leí las reflexiones sobre los valores de la ilustre  pensadora judía Hanna Arendt. El concepto del valor es una categoría económica, pues resulta de un intercambio de lo que se oferta y contra-oferta por una cosa y como tal, es un concepto relativo, pues lo que podría tener un gran valor para una persona, podría tener muy poco valor para otra.

La transformación del concepto del valor de una categoría económica a una categoría moral resultó de la preeminencia de la economía en el pensamiento Occidental, un proceso avanzado por  Adam Smith e impulsado por Karl Marx, aunque cada uno de ellos llegara a conclusiones muy diferentes, pues el primero  simboliza, aún en nuestros días, la libertad de los mercados, y Marx hizo una construcción cuyos fundamentos ideológicos se basaba en las relaciones económicas, para denunciar la economía de mercado.

Sin embargo, frente a la tragedia del Holocausto y la muerte de 60 millones personas en la segunda guerra mundial, Arendt argumentó que los principios morales de Occidente debían fundamentarse sobre bases más firmes que el concepto relativo de los valores. El apogeo de tanta crueldad e inhumanidad requerían de fundamentos morales absolutos. A partir de ese argumento Arendt reivindicó el concepto judeo-cristiano de la virtud. Un concepto de raíces aun más antiguas, ejemplarizada en la virtud cívica en la República Romana.

Lo que necesita la sociedad dominicana es que todos cumplamos con nuestra virtud cívica. Un precepto que se puede explicar de manera sencilla y fácil para que todos lo podamos comprender: Respeto por los demás. Siendo esto así, lo que hace falta en este país es una verdadera campaña de respeto por los demás y no una campaña en defensa de algo tan relativo y ambiguo como los valores. Además, el respeto por los demás tiene validez a todos los niveles de la convivencia social. Se trata del respeto que el estudiante debe tener por su profesor y el profesor por sus estudiantes.

Es el respeto que los hijos deben a sus padres y los padres a sus hijos. Es el respeto que el chofer de la “patana” y la señora del “yipetón” deben tener por aquellos que tienen un carro más chico, o simplemente desean cruzar la calle. Es el respeto que el comunicador debe tener por los otros, cuidando su lenguaje al referirse a los demás. Es el respeto que el político debe tener hacia sus conciudadanos, no hablando tantas mentiras. Y el banquero por sus depositantes, no tocando lo que no es suyo.

Esta sociedad está urgida de que nos respetemos los unos a los otros de manera genuina. l

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