Las operaciones de divisas han emigrado del sector extrabancario, donde nacieron como una actividad exclusiva pero que se ha ido diluyendo con el paso de los años.Hace una década, los agentes de cambio, que son los herederos o continuadores de lo que en un principio fueron las casas de cambio, manejaban el 50% de las operaciones cambiarias del país, con un volumen de alrededor de US$500 millones al mes. Ahora manejan una suma similar, pero de un volumen mucho mayor, por lo que su participación se ha reducido a cerca del 24% de las transacciones totales.
Los agentes de cambio, que nacieron como casa de cambio a mediados de los año 60, como consecuencia de las dificultades del Banco Central para suplir todas las divisas que demandaba el mercado, fueron los “fundadores” del llamado mercado paralelo de divisas. Mantuvieron un control absoluto de las operaciones de compra y venta de divisas hasta que la banca comercial inició su incursión, en los años 80. Al inicio se trataba de operaciones de poca monta, marginales, porque el grueso de las transacciones para importar materias primas y mercancías las suplía el Banco Central.
Pero en la medida que el suministro del Banco Central se fue agotando, en esa misma proporción fue creciendo el mercado paralelo, y los ojos de la banca comenzaron a mirar hacia las operaciones de compra y venta de divisas, principalmente de dólares. Por el tamaño que fue tomando el mercado de cambio, y para darle un estatus a los bancos comerciales que iniciaban su incursión formal en esas transacciones, la Junta Monetaria creó la figura de bancos de cambio. Todos los casacambistas de entonces se convirtieron en bancocambistas y los bancos comerciales crearon sus correspondientes bancos de cambio. Pero una crisis cambiaria que se originó en el 1987 se convirtió en el fin de una efímera “era cambiaria”. La Junta Monetaria proscribió la figura de los bancos de cambio y las operaciones cambiarias quedaron en dominio exclusivo de los bancos comerciales, los que asimilaron las actividades que realizaban vía sus entidades subsidiarias especializadas. Los tradicionales cambistas quedaron al margen de la ley. Pero no desaparecieron, pasando la mayoría a la clandestinidad.
Pero como los bancos tenían entonces dificultades para captar divisas, que llegaban mayormente de las remesas familiares, los protagonistas del mercado mantuvieron su importante influencia en las operaciones. Luego se les creó una figura formal, llamada agentes de cambio, donde se ubicaron.
Sin embargo, su retorno como un hijo más del sistema financiero se produjo cuando ya la banca comercial estaba tomando fuerza en el negocio cambiario y además los controles de las autoridades nacionales y extranjeras, enfrascadas en adoptar medidas para combatir el lavado de dinero, fueron creando dificultades y trabas que se tornaron en límites operativos para los agentes de cambio. En ese escenario, sus operaciones han perdido fuerza dentro del mercado cambiario. Los sobrevivientes son entidades de mucha tradición en el negocio y que han optado por disminuir sus márgenes de beneficios, pagando tasas por encima de la de la banca comercial, su principal competencia.
Una presencia en decadencia acelerada
Actualmente, las transacciones de los agentes de cambio son casi marginales. En octubre pasado, las ventas brutas del mercado cambiario ascendieron a US$3,147.6 millones, de las cuales a los agentes de cambio les correspondieron US$608.7 millones, equivalente al 23.97%, mientras que a las demás entidades financieras (bancos y asociaciones de ahorros y préstamos) participaron con un volumen de US$2,538.9 millones. En octubre del 2004, de un volumen de operaciones globales de US$1,004.7 millones, los agentes de cambio participaron en US$497.1 millones, equivalente a un 49.47%. Su retorno como un hijo más del sistema se produjo cuando ya la banca comercial estaba tomando fuerza en el negocio cambiario.
