Negocios dudosos

Hay ocasiones en que uno observa la capacidad de recuperación y de sustento de la economía dominicana y se queda sin respuestas, a pesar de los conocimientos mínimos que se puedan tener sobre la materia. Es posible que haya explicaciones, pero…

Hay ocasiones en que uno observa la capacidad de recuperación y de sustento de la economía dominicana y se queda sin respuestas, a pesar de los conocimientos mínimos que se puedan tener sobre la materia. Es posible que haya explicaciones, pero sin forma de probarlo es mejor dejarlo sólo a la imaginación y sacar conclusiones particulares no publicables.

La referencia -sin tema- viene al caso, a propósito de la forma en que operan determinados negocios y sobreviven de manera inexplicable.

Recientemente estuve con un amigo viejo y viejo amigo a la vez, pues supera los 80 años. Nos sentamos a tomar un café frente a una exclusiva boutique en una plaza comercial del centro de la ciudad.

Observamos por un promedio de tres horas seguidas, era viernes 30, día de pago y de mucho movimiento en las calles por ser víspera del fin de semana. En esas tres horas sólo cuatro personas entraron a la tienda y de éstas solo una compró un pequeño artículo que aparentemente no era muy costoso.

En la tienda hay tres empleadas, un seguridad y una joven cajera. Los cinco deben recibir al menos el salario mínimo, cotización de seguridad social, a lo que se agrega el pago de un costoso local, el servicio de electricidad y comunicaciones. Eso sin contar que el negocio debe vender lo suficiente para cubrir todos esos costos pagar, los impuestos correspondientes y dejar un margen de ganancia al dueño.

Mi viejo amigo, con la sabiduría de los años vividos me dice: “Ese negocio no vende lo suficiente ni siquiera para cubrir los costos operativos de un día, mucho menos en un mes”. ¿Y cómo se mantiene abierto? -le pregunté- “Puede ser una de tres razones”. ¿Cuáles? -volví a preguntar- “Es posible que un millonario le haya instalado ese negocio a su esposa para mantenerla ocupada y fuera de la casa. Él sabe que el negocio sólo deja pérdidas, pero cubre los costos para que ella no se eche las 24 horas del día molestándolo”. “La segunda razón -agregó- puede ser que el local haya sido comprado por un narcotraficante que usa ese negocio para el lavado de dinero sucio”. ¿Y la tercera razón? -le pregunté- “Una combinación de las dos”. La charla terminó sin llegar conclusión alguna…

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