Nos falta educación

Recientemente en el país se estrenó el sistema de Emergencias 9-1-1 o 911, un sistema de llamadas que utilizan las personas para pedir la intervención de las autoridades ante cualquier situación de peligro y en la cual pueda estar en riesgo la vida humana. Desde que se produjo el anuncio de que ese servicio sería instaurado en el país, en su mayoría los dominicanos valoraron como positivo y de mucho valor que en República Dominicana, también se pudiera contar con el mismo. Sin embargo, y con gran pena y vergüenza, leímos en los diferentes medios de comunicación que el primer día de su estreno se produjeron miles de llamadas molestosas realizadas por personas inconscientes, carentes de educación y respeto por la vida y por el trabajo de los demás. Conforme pasaban los días y a pesar de las advertencias de las autoridades, de que las personas que realizaran estas llamadas serían sancionadas con hasta 10 salarios mínimos, las bromas telefónicas no cesaban, hasta el punto de que  al timbrar los teléfonos y el personal habilitado para tomar los datos de las emergencias, por las que se suponía llamarían al 911, se encontraban con un chistoso, que en vez de denunciar un incendio, un asalto, un accidente o el estado crítico de salud de alguien, le preguntaba que en qué tiempo podían llevarle pizzas, hamburguesas o unas cervezas. Lamentablemente esta situación ha continuado, aunque con menos incidencia que en los primeros días. Lo ideal sería que todas las llamadas que se realicen sean para pedir ayuda, que sirvan para salvar una vida o evitar que un dominicano, que podría ser uno de esos mismos bromistas, sufra alguna agresión. Estas situaciones son las que nos demuestran la falta de educación que padece nuestro pueblo y nos deja claro a los padres, como forjadores de los ciudadanos de mañana, que debemos empeñarnos en la educación de nuestros hijos, que debemos crearles conciencia y enseñarlos a valorar y respetar.  El sistema 911 es un paso de avance y una vía a través de la cual se puede salvar la vida y los bienes de las personas. Todos debemos apoyarlo y cuidar que funcione eficientemente por el bien de todos, porque cualquiera, en algún momento, podría necesitar hacer una llamada de auxilio.