La nueva invasión de Boyer

Los extranjeros que habitan en nuestro país deben adaptarse a nuestras leyes y costumbres mientras compartan con nosotros, no lo contrario. Es triste pensar que algunos dominicanos consideran que son nuestras normas y tradiciones las que deben ajustarse&

Los extranjeros que habitan en nuestro país deben adaptarse a nuestras leyes y costumbres mientras compartan con nosotros, no lo contrario. Es triste pensar que algunos dominicanos consideran que son nuestras normas y tradiciones las que deben ajustarse a los intereses de muchos hermanos de otras naciones que viven entre nosotros.

Y que no vengan con el cuento o chantaje de que todo aquel que defiende nuestra soberanía es un ultranacionalista, un cavernario, un indiferente frente a los derechos humanos. No y no. En mi caso particular, soy de ideas liberales, me encantan Mandela y Silvio Rodríguez y creo en la igualdad y en la dignidad de todos los seres humanos, pero soy dominicano, resalto lo nuestro por encima de todo.

Defender nuestra soberanía es un acto noble, propio de quien respeta la moral universal, y se debe hacer respetando al prójimo, con nuestras diferencias accidentales. Lo condenable es intentar debilitarla apoyando causas que buscan de sacreditarnos como pueblo libre, vendiéndonos como los más racistas de occidente, a sabiendas, porque no son inocentes, del daño que eso nos puede causar en el escenario internacional y en nuestro propio terruño.

Hace 192 años y 1 día, es decir, el 28 de enero de 1822, el presidente haitiano Jean Pierre Boyer, con un ejército de 12,000 hombres, inicia la invasión hacia nuestro territorio, tomando posesión el 9 de febrero del mismo año. Se hizo sin derramamiento de sangre. Finalizó, como todos sabemos, el 27 de febrero de 1844.

Previo a ello, el líder mulato, había tratado de conseguir el apoyo de los que vivían en lo que hoy es República Dominicana. En algunos sectores logró cierto respaldo a su idea de unificar la isla. Recordemos que Boyer fue llamado el “unificador de Santo Domingo”, ya que pudo enlazar el norte y el sur de su país, al igual que la parte este de la isla.

En esa época, no se había desarrollado entre nosotros una conciencia independentista. Como muestra de ello, fue el fracaso de la Independencia Efímera proclamada por Núñez de Cáceres en 1821.

Luego de esta breve reseña, guardando las distancias, siento que esta historia en determinados aspectos se repite en estos tiempos, destacando que ahora se agregan nuevos actores. Tenemos dominicanos que de manera tácita o expresa, promueven la unificación de la isla, o en su defecto, apoyan con pasión a quienes tienen esa meta, que son los Boyer del siglo XXI.

Y los nuevos protagonistas de la historia son algunas ONGs y varios países grandes y pequeños, que podrían triunfar si mantenemos la misma indiferencia de cuando Boyer nos invadió. l

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