Nuevas patrullas y eficacia policial

La jefatura de la Policía anunció ayer nuevas medidas ante el incremento de la violencia, incluso, en barrios donde la incidencia del crimen o la ratería no eran tan comunes. Vale como expresión de que el brazo ejecutor de la represión como parte&#82

Nuevas patrullas y eficacia policial

La jefatura de la Policía anunció ayer nuevas medidas ante el incremento de la violencia, incluso, en barrios donde la incidencia del crimen o la ratería no eran tan comunes. Vale como expresión de que el brazo ejecutor de la represión como parte&#82

La jefatura de la Policía anunció ayer nuevas medidas ante el incremento de la violencia, incluso, en barrios donde la incidencia del crimen o la ratería no eran tan comunes. Vale como expresión de que el brazo ejecutor de la represión como parte de la política anticrimen del Estado es sensible a lo que viene ocurriendo.

Además de incorporar más patrullas a las calles, con 50 nuevos motores, los equipos serán reforzados por personal con algún entrenamiento en la persecución del crimen, como los agentes de los departamentos de Investigación Criminal (Dicrim) y la Policía Preventiva.

Eso está bien. Anuncios como este son recurrentes, pero los indicadores de violencia no sugieren que haya buenos resultados.

La jefatura enfatiza que habrá una atención especial a los usuarios de motores, que son los medios más utilizados por los asaltantes. Habla del perfil sospechoso de esos motoristas y de las condiciones de sus aparatos.
Generalmente los delincuentes andan “bien montados” y sus motores son de última generación, potentes, con placas y todas las de la ley.

No siempre los criminales están tatuados. Sus vestimentas son de marcas reconocidas y a veces presentan el perfil de chicos hijos de “papi y mami”, como aquellos que intentaron asaltar a la dama que valientemente accionó una escopeta.

Veamos qué pasa con más policías motorizados, pero hay vecinos que no tienen las mejores referencias. Suelen ser más duros con las personas comunes que con los delincuentes.

Deben evitarse “celos de vigilancia” de agentes motorizados, más atentos a recaudaciones en el supuesto de que siempre están hambrientos: “-Comando, esta es la hora en que no hemos cenado”. O, –“Son la una y no hemos visto a Linda”.

Es decir, que ese agente de la calle debe estar resguardado de una dignidad mínima. Que no asedie u hostigue a la gente honesta detrás de migajas.

La prevención, para que sea eficaz, requiere de supervisión interna, para evitar la corrupción, el asedio y los abusos. Esa prevención debe evitar que un indecente desempeño estimule la percepción de inseguridad que lleva a los ciudadanos a temer a la propia policía.

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La jefatura de la Policía anunció ayer nuevas medidas ante el incremento de la violencia, incluso, en barrios donde la incidencia del crimen o la ratería no eran tan comunes. Vale como expresión de que el brazo ejecutor de la represión como parte de la política anticrimen del Estado es sensible a lo que viene ocurriendo.

Además de incorporar más patrullas a las calles, con 50 nuevos motores, los equipos serán reforzados por personal con algún entrenamiento en la persecución del crimen, como los agentes de los departamentos de Investigación Criminal (Dicrim) y la Policía Preventiva.

Eso está bien. Anuncios como este son recurrentes, pero los indicadores de violencia no sugieren que haya buenos resultados.

La jefatura enfatiza que habrá una vigilancia especial a los usuarios de motores, que son los aparatos más utilizados por los asaltantes. Habla del perfil sospechoso de esos motoristas y de las condiciones de sus aparatos. Generalmente los delincuentes andan “bien montados” y sus motores son de última generación, potentes, con placas y todas las de la ley.

No siempre los criminales están tatuados. Sus vestimentas son de marcas reconocidas y a veces presentan el perfil de chicos hijos de “papi y mami”, como aquellos que intentaron asaltar a la dama que valientemente accionó una escopeta.

Veamos qué pasa con más policías motorizados, pero hay vecinos que no tienen las mejores referencias. Suelen ser más duros con las personas comunes que con los delincuentes.

Deben evitarse “celos de vigilancia” de agentes motorizados, más atentos a recaudaciones en el supuesto de que siempre están hambrientos: “-Comando, esta es la hora en que no hemos cenado”. O, –“Son la una y no hemos visto a Linda”.

Ese agente de la calle debe estar resguardado de una dignidad mínima. Que no asedie u hostigue a la gente honesta detrás de migajas.

La prevención, para que sea eficaz, requiere de supervisión interna, para evitar la corrupción, el asedio y los abusos. Esa prevención debe evitar que un indecente desempeño estimule la percepción de inseguridad que lleva a los ciudadanos a temer a la propia policía.

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