Con el primer cabezazo de un futbolista suplente en su historia competitiva sellaba la selección de las barras y las estrellas su vengativa victoria sobre las Black Stars de Ghana. Brooks, a pase de Suzi, sentenciaba con la testa un partido que los estadounidenses terminaban desbaratados físicamente y que bien pudieron perder o empatar. El gol provocó tal algarabía en ‘los países’ que, segundos después, ciertas modificaciones en la página de Wikipedia de Brooks terminaban describiéndolo como ‘el estadounidense más grande que ha existido desde Abraham Lincoln’; un detalle virtual bonito de unos aficionados que nunca han estado tan atentos al ‘soccer’ como lo están para esta copa.
El triunfo, además, bendice la etapa de un Klinsmann en toda manera posible: sus cambios fueron claves, dando entrada en el segundo tiempo a los dos jugadores que construyeron el gol y ayudando a su equipo a sobreponerse a la temprana lesión de su delantero Altidore; encima, Brooks, el goleador, es una de sus apuestas personales, alemán de nacimiento pero con raíces estadounidenses.
Últimamente el fútbol tiene los ojos bien puestos sobre la tierra de Billy The Kid. Desde hace unos días, están en el foco de las noticias del fútbol mundial casi sin quererlo y definitivamente sin planearlo. La razón de esto no es sólo su victoria sobre Ghana o su divorcio con Landon Donovan: existen rumores que indican una petición de la FIFA a la USSA (United States Soccer Association) para que esté lista en caso de que se le retire el derecho de anfitrión a Qatar para el Mundial 2022. De ser esto cierto, no podría ser más oportuna esta renovada ilusión con un deporte y con un proyecto: el nuevo sueño americano de Jurgen.
