Nunca perdamos la objetividad

Últimamente hemos sido testigos de cómo temas sensibles pierden la objetividad necesaria y todo el que opina contrario cae en una especie de desgracia, y hasta las redes sociales de forma implacable le llevan al paredón.Estos nuevos…

Últimamente hemos sido testigos de cómo temas sensibles pierden la objetividad necesaria y todo el que opina contrario cae en una especie de desgracia, y hasta las redes sociales de forma implacable le llevan al paredón.

Estos nuevos medios han permitido que todos nos expresemos libremente y ya no son los tradicionales los dueños de las opiniones. Esto permite que un tema se discuta muchas veces con una enorme superficialidad, fruto de la poca información basada en tendencias simpáticas para muchos.

Albert Einstein decía: “Estoy satisfecho con el misterio de la vida eterna y con un conocimiento, un sentimiento, de la maravillosa estructura de la existencia, así como del humilde intento de entender incluso una pequeña porción de la razón que se manifiesta en la naturaleza”.

Muchos perdemos esa humildad que se manifiesta no solo en la naturaleza, sino en cada tema crucial para el desarrollo y la estabilidad de una nación.
Una querida twitera decía hace algunos días, refiriéndose a Diario Libre que afirmaba que el 4% de la educación era mucho, que esa afirmación equivalía a no saber de educación.

Hay una ecuación que no podemos olvidar para mejorar nuestra educación: inversión con calidad. Por muchos años la educación no recibió los fondos necesarios, los maestros en los gobiernos del presidente Balaguer fueron tan mal pagados que se fue deteriorando su calidad en forma acelerada. En ciertas universidades, cuando alguien tomaba el examen de admisión y no calificaba para la carrera seleccionada, se le recomendaba estudiar magisterio.

Los mismos que salieron a las calles con tanto éxito y lograron el 4%, no pretendo que salgan a las calles, pero sí que exijan que los recursos sean invertidos para una educación de calidad.

El 4% puede ser mucho y puede ser poco de acuerdo a como se utilice, y aun cuando existe una relación directa entre la inversión y los resultados, esto dependerá de la inversión que se haga por cada alumno. En un estudio realizado por Educa se estima que con una inversión del 4% equivalente a 2,280 dólares por alumno para el 2020 la puntuación de acuerdo a las pruebas PISA, sería de 378 puntos de mantener estándares de calidad similares a los chilenos.

Pero para que veamos lo crítico que es insistir en la calidad más que en la cantidad de recursos, las pruebas PISA dan datos interesantes. Argentina que invierte el 6% del PIB apenas alcanza 378 puntos, mientras que Singapur, con una inversión del 3.30% del PIB logró alcanzar 526 de acuerdo a los datos de la misma prueba.

Para que la twittera no nos diga brutos, nunca hemos estado opuestos al 4%, todo lo contrario.  Hemos sido consistentes con la necesidad de una mayor inversión, pero con calidad.

Recuerdo un libro que leí donde Eleonor Roosevelt se debatía internamente sobre si gastar en la guerra o en educación y salud. Pienso que al igual que ella debemos debatirnos no solo en si la inversión es excesiva o suficiente, sino en que se creen los mecanismos de control para que la inversión sea de calidad y logremos superar los bajos estándares actuales.

De lo contrario el gran esfuerzo que representa el 4% en las finanzas públicas habrá sido en vano y nunca podremos mejorar la calidad de nuestros egresados, condenándolos a posiciones de poca relevancia y sueldos de acuerdo a su escasa preparación.

El éxito que se logró con el 4% hay que emularlo ahora exigiendo que se cumpla lo acordado en el Pacto por la Educación, que se contraten organismos internacionales imparciales que monitoreen el avance. Esa será la única forma de que la presión que se ejerció para lograr una mayor inversión en educación realmente dé sus frutos, pero siempre recordando que no debemos perder la objetividad y así como entender con humildad cada pequeña razón que se manifiesta en la naturaleza de cada ser humano.

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