Obesidad infantil, un problema que requiere atención

La obesidad en los niños es  una epidemia silente que ha ido progresando bastante en países de bajos, medianos y altos recursos, sobre todo a nivel urbano, a un ritmo alarmante, son consideraciones de la doctora Claudia María Scharf Rodríguez,…

La obesidad en los niños es  una epidemia silente que ha ido progresando bastante en países de bajos, medianos y altos recursos, sobre todo a nivel urbano, a un ritmo alarmante, son consideraciones de la doctora Claudia María Scharf Rodríguez, pediatra intensivista del hospital General Plaza de la Salud, que a la vez asegura que los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir con esta condición en la edad adulta y tienen mayor probabilidad de padecer tempranamente enfermedades como la diabetes y la hipertensión y sus complicaciones.

El sobrepeso, dice, es, por definición, un aumento del peso corporal por encima de los percentiles normales para la edad y es el estadio previo a la obesidad, en la cual hay un aumento o acumulación anormal de tejido graso que supone un riesgo para la salud.

Considera que estos problemas se dan por el desequilibrio entre la ingesta y el gasto calórico. “El cambio dietético mundial favorece un aumento en la ingesta de alimentos ricos en calorías, grasas y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes y, por otro lado, la tendencia a la disminución de la actividad física por el aumento del sedentarismo y los cambios de la vida moderna, son factores a los cuales se ha atribuido esta problemática actual”, alerta Scharf Rodríguez, al ser consultada sobre el particular.

Advierte que en valores absolutos aún se encuentran más casos en niños que en niñas, pero la tendencia es a igualarse entre los sexos, y cada vez aumenta más en niñas.

“La obesidad infantil, aunque puede estar originada por una enfermedad genética u hormonal, en el 99 por ciento de los casos se produce como resultado de la combinación de una serie de factores ambientales (una dieta inadecuada y sedentarismo), genéticos (los niños cuyos padres son obesos tienen un riesgo mayor de padecer el trastorno) y psicológicos (cuando se utiliza la comida para compensar problemas emocionales, estrés o aburrimiento)”, precisa la galeno.

El primer año de vida supone un período especial de alimentación, donde lo ideal es leche materna exclusiva los primeros meses y, a partir de ahí se van incorporando de manera escalonada los distintos tipos de alimentos.

A partir del año de vida, lo ideal es que el niño haga cinco comidas, repartidas entre desayuno, almuerzo y cena, con una merienda a media mañana y otra a media tarde.

“Durante los primeros años de vida del niño, la prevención podría ser más efectiva por ser un momento vital en el que resulta más fácil instalar hábitos saludables”, enfatiza.

Recomendaciones
Considera importante predicar con el ejemplo, por lo que se hace necesario que en el hogar se tenga un estilo de vida y alimentación saludables para que el niño aprenda en ese entorno.

“Debe incentivarse el consumo de frutas y vegetales, y disminuir la ingesta de bebidas azucaradas, esto incluye el consumo excesivo de jugos, una práctica habitual en nuestro medio. Es importante fomentar la ingesta de agua, disminuir las frituras y dietas a base de carbohidratos exclusivos.

Debe existir un balance entre carbohidratos de buena calidad, proteínas y grasas saludables”, recomienda.

Sugiere trabajar en el tamaño de las porciones, no forzar a los niños a comer grandes cantidades ni acostumbrarlos a repetirse. Tampoco debe incentivarse el uso de la comida como premio o recompensa.

“A veces se hace difícil que el niño pruebe alimentos nuevos, o le teme a ciertas apariencias, eso supone un esfuerzo mayor por parte de la familia en la manera de presentarlos y funciona hacerlo de manera divertida, y si la edad del niño lo permite hacerlo parte activa de su preparación”, subraya la especialista.

Es importante el ejemplo en casa, es más probable que si el niño crece viendo a sus padres consumir frutas, vegetales y alimentos saludables  él también los consuma”, apunta la profesional.

Fomentar actividades físicas
Otra recomendación de la pediatra es limitar el tiempo ante la televisión a dos horas diarias, “los niños que miran más de cinco horas por día de televisión, presentan un riesgo de desarrollar sobrepeso 8,3 veces mayor que aquellos que solo miran dos horas por día o menos. Esto incluye computadoras y tabletas”, subraya.

Debe fomentarse el desarrollo de actividades que comprometan el cuerpo y eviten el sedentarismo. Alentar actividades familiares de todo tipo (hacer caminatas o paseos en bicicleta).

Alentar las comidas en familia y que sean caseras. Observar qué comida se llevan los niños a la escuela. Prestar atención a lo que ofrece el quiosco de la escuela y, de ser posible, incidir sobre esa oferta.

Instaurar horarios ordenados de comida desde los primeros años de vida. Servir porciones adecuadas a cada edad y esperar a que el niño pida para repetir. Nunca forzar al niño a terminar el plato de comida y no utilizar la comida como premio o castigo. Realizar esporádicamente las compras con los niños, educándolos para comprar selectivamente. “Educar a los niños para que hagan las comidas sentados y sin la televisión prendida (teniendo presente que en eso, como en todo, se educa con el ejemplo).

Desalentar las comidas fuera de casa. No comprar alimentos ricos en calorías vacías (comida chatarra) en el supermercado, para evitar tenerlos en casa y no tener que verse luego en la obligación, de limitar o restringir el acceso a ellos”, insiste la profesional.

Considera que nunca es tarde para iniciar un estilo de vida saludable, y que siempre es posible cambiar las cosas, pero “por supuesto, siempre será mejor hacerlo antes de que deje consecuencias irreversibles para la salud. Recuerde, la salud entra por la boca y en el caso de nuestros niños somos los responsables de lo que ponemos en las suyas”, puntualiza. l

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