El pueblo dominicano le está rindiendo merecido tributo al patricio Juan Pablo Duarte en ocasión del bicentenario de su nacimiento, y en los festejos, el entusiasmo es de gobierno y sociedad. Pero hay quienes ofenden y desprecian su memoria con afrentas como la de un embajador (léase bien: ¡un embajador!) ¿dominicano? acreditado en un país sudamericano, que bajo el argumento de que sus creencias religiosas le impiden idolatrar imágenes, retiró del vestíbulo de la misión a su cargo un busto de Duarte depositándolo en un zaguán junto a documentos a ser desechados. Creo que el presidente Danilo Medina y el canciller Carlos Morales Troncoso, sus superiores inmediatos, ignoran el asunto, porque aún ese embajador conserva el puesto (y aspira a seguir chupando), al igual que varios de sus familiares y relacionados cercanos. Y para salir al paso al “aclarando” y/o desmentido que podría venir, he archivado en mi computadora el testimonio gráfico de esa acción reprochable de desprecio al patricio y su legado. Apoyado en sectarismos no debe permitirse tal afrenta y ofensa a su memoria, menos aún de quienes deberían representar con dignidad y decoro a la nación dominicana…
Al garete
Delincuentes tienen al garete a varios sectores del suroeste de San Francisco de Macorís, cuyos vecinos se sienten desprotegidos y en pánico. Los desmanes de La Banda de la pasola Negra, como han bautizado al grupo, según denuncias que he recibido, mantienen en zozobra esas vecindades y los lugareños tienen la percepción de que esos malhechores actúan con el supuesto respaldo de ciertas autoridades, principalmente de unos policías que son identificados solo por los apodos de El Guayabo y El Mello. El mayor general José Armando Polanco Gómez, jefe de la Policía Nacional, no tolera ese tipo de vagabunderías y los denunciantes esperan correctivos, aunque uno de esos agentes dizque “está pegao”, ya que lo han trasladado cuatro veces y sabe hacer “majarete” y retorna siempre con más fuerza…
