La ONU: actuación impenitente

Por supuesto, que se trata de mortificar a los más débiles y empobrecidos, aun cuando, por suerte para la vida, Dios ni es débil ni es empobrecido, sino, simplemente justo.

Por supuesto, que se trata de mortificar a los más débiles y empobrecidos, aun cuando, por suerte para la vida, Dios ni es débil ni es empobrecido, sino, simplemente justo.La Organización de las Naciones Unidas sólo defiende la opulencia concentrada en poderes que desdicen de la vida, insisto, y de todo y cuanto entrañe equidad y justicia, precisamente.

El aborto en la profundidad de su contenido es exclusión, indolencia, crimen o, esencialmente, asesinato como la más grosera derivación de las malas artes, equivalente, todo esto y mucho más, a quitar la vida a indefensos o la desgracia infecunda de condenar la creación.

Infeliz la ONU que encima de esa proterva infertilidad, aplaude en silencio los ramilletes de bombas mortales contra la humanidad indefensa o pueblos sin capacidad para evitar ser indolentemente masacrados.

Así, el aborto señora ONU, es la suma del desdén a la vida, o la misantropía descarnada y triste de matar a mansalva la naturaleza de la fecundación propiamente encuadrada en crecer y multiplicar.

Centenares de fetos en las calles haitianas, silencios desgraciados ante la grosería de cuerpos femeninos que sufren latigazos de castigos criminosos, aldeas devastadas por los efectos de bayonetas lacerantes e “imperiosas” y entre interminables barbaridades antihumanas, enarbolan la hipocresía de ayudar al mundo que se expresa en increíbles genocidios.

Y no aprende la ONU a escuchar el grito desesperado firmado en Kioto (2007) en virtud de lo cual los pueblos firmarían sobre el propósito de evitar la contaminación del aire dañado por las naciones opulentas.

Cierto que el mundo está complicado, pero quiere usted una afirmación tan hipócrita y desafortunada que aquella que persiste en “proclamar” a todo pulmón la erradicación de la pobreza frente a la estadística ominosa de matar, aún más, a la humanidad esclavizada por severa disposición de criminales “filosofías geopolíticas”.

Aquí, en “esta nación de nuestros amores y de nuestros dolores”, debemos unificar el criterio de evitar que el paradigma legislativo sucumba ante presiones internacionales, sortilegios mercuriales u otros esfuerzos sedimentados encaminados, por ejemplo, a retorcer el fecundo camino de nacer como Dios manda.

Mejor optar, señores de la ONU, por la civilización del amor que se construye con cultura de vida y se destruye con cultura de muerte, como quiere esa institución “impulsar” junto a los que se aferran a la indolencia de matar.
¡Déjennos vivir!

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas